Ebi se levantó temblorosa del suelo mientras sentía las palpitaciones de su inmundo cuerpo recorrer cada parte de ella, tomó su mochila como de costumbre.
—¡Malditos!—gritó llena de coraje.
Se agarró del estante sintiendo desvanecer, pero se levantó como pudo y trató de incorporarse —una vez más— ante los golpes que había recibido
Ella se tapó la cara y comenzó a limpiar sus lágrimas. Lo único que deseaba hacer en ese momento era ocultarse en su casa.
Tenía que cumplir con su parte, cubrir toda evidencia sobre Dean y no dejar pasar el tiempo como esa vez en el gimnasio. Todo había salido mal por su culpa —pensaba ella— si hubiera sido más rápida, nada de lo del gimnasio se habría visto ante los directivos de otras escuelas.
Limpió rápidamente los estantes mientras presionaba su antebrazo contra su estómago que estaba presentando más secuelas por el golpe, puso las cosas en los estantes y trapeo el lugar. Al terminar se encaminó a su casa mientras se masajeaba el estómago varias veces, sabía que estaba tan cerca de volver a llorar, pero se aguanto al ver el vecindario un poco transitado. Finalmente llegó a su casa, entró y al voltear su padre chocó con ella gracias a las cajas que no permitían verla
—¡Ay, Ebi!—se quejó molesto—¡Quítate de mi camino! ¡Me estorbas!
—No sabía que caminabas hacia acá—protesto Ebi con voz quebrada. Se limitó a seguir argumentando y se fue a su habitación mientras comenzaba a llorar por lo que pasó. Su padre, por otro lado, sacó con dificultad las cajas de la casa, y las metió a su auto.
—¡Regreso después!—anunció mientras azotaba la puerta.
Ebi comenzó a destruir todo a su paso: cuadros de su niñez quedaron en el piso, libros no tardaron en ser abiertos para arrancar de sus páginas despiadadamente, agarró su lámpara de noche y la aventó por la ventana, seguida de cosas como estatuas pequeñas de marfil.
Al borde de la desesperación, gritó y comenzó a rasgar su cara.
—¿Por qué?—gimió ella.
No siendo suficiente para el dolor que sentía, pegó su cara contra la pared y comenzó a golpear la pared con los puños, pronto se puso más colérica y detuvo sus brazos para empezar a golpear la pared con su cabeza. Ebi sabía que estaba perdiendo el control, pero también sabía que no podría aguantar por más tiempo,
«Siempre viviré así» se repitió llorando mientras estaba empezando a sentir un dolor físico desgarrador. Su vista comenzó a nublarse, poco a poco perdía el equilibrio.
En la actualidad, la forma de pensar hacía el acoso, por lo menos en la ciudad de Amtoba, resultaba triste: si salvarse a sí mismos para que no fueran los marginados era torturar a la víctima, lo harían, mientras tu no seas la víctima, no importa, por ende Ebi no les importaba
Ebi comenzó a tambalearse, quizá ese último golpe que estaba dispuesta a dar era lo ultimo que haria, pero no lo dudó, tomó impulso y dió un fuerte golpe que le hizo perder la conciencia. Su cuerpo quedó inerte en el piso.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...