—Ugh... —se quejó la hermanita de Dean con un suspiro mientras se metía una cucharada de cereal a su boca.
—¿Qué pasó, bolita? —dijo él mientras le dejaba su chocolate favorito sobre la mesa sin que su madre —que se hallaba en la cocina hablando por teléfono— se diese cuenta.
—Me gustaría ser más flaca —contestó ella apartando el chocolate que Dean le había dado con buena intención.
Lana asistía al nutriólogo, llevaba bien su dieta, podía comer un chocolate como el que le había ofrecido Dean, pero está vez no lo aceptó. A su hermano le sorprendió que se quejara. Lana no era de las niñas con peso demás que le exigía a su cuerpo, ella iba con calma. Pero últimamente dejaba la comida de lado.
—Hey, ¿Por qué de repente piensas eso?
—Aquí está tu merienda, cariño —avisó su madre cerrando la lonchera. Se acercó a ellos, puso algo de dinero para Dean sobre la mesa y le entregó una linterna —Es un taser, Dean. Es por si lo necesitas, recuerda que han estado asaltando en el centro de la ciudad. —explicó— Tienes que quitar la parte de arriba. Llevalo contigo por si acaso, más que nada fuera de la colonia.
—No lo necesito —alejó su mano y tomó el dinero.
Ella bufó y lo dejó sobre la mesa.
—¿Entonces compré esto en vano?
—Yo creo.
—Como quieras entonces —ella agarró su bufanda y la pasó sobre su cuello de piel bronceada —Bueno, ya me voy, pequeños —se acercó y les dio los besos de siempre. Tomó el taser y lo metió a su bolsa, a lo que Dean observó pensativo y sonrió.
—Mejor si me lo llevo, madre —metió su mano y lo sacó de su bolso.
—¿Quién te entiende? —frunció el ceño y se dio la vuelta para salir —Ah, casi lo olvidaba, tu hermana se vendrá en transporte a partir de mañana.
Dean asintió y sólo se limitó a mirar el taser.
<<Este aparato hará la vida de Ebi más divertida.>> Pensó.
Sus pensamientos se interrumpieron cuando escuchó como su hermana se levantaba de la mesa silenciosamente para marcharse.
—¡Eh! —azotó una mano sobre la mesa —No creas que he olvidado tu lección.
Ella bajó la cabeza y renegó.
—Ahs, Dean.
—Sé que te desespera, pero es por tu bien, bolita.
—Pero no funciona —se hundió entre sus brazos y miró el libro que tenía a un lado —Soy una persona rara.
—La dislexia es algo más normal de lo que crees.
—Mentiroso.
—Bolita, te juro que no es nada extraño.
—Ya tengo 10 y no sé leer.
—Nadie sabe leer correctamente a cualquier edad. Y yo he sido la prueba, ¿Me has escuchado leer en Francés? Pareciera que estoy practicando otro lenguaje.
—¡O cuando intentaste leer un poema de mi libro de hadas y te salio voz rara! —ella se tapó la boca y comenzó a reír.
—Pero era la reina, bolita —presumió bromista.
Dean acercó dulcemente el libro a ella y señaló una palabra
—Vamos sólo lee una palabra, cuando regreses de la escuela repasamos la lección completa. Ahora dime, ¿Qué dice aquí?.
Ella miró el texto como solía hacer —como si fuese su enemigo— forzó los ojos y leyó lentamente.
—¿Ele?
—Ele, bien —indicó.
—Elegan...gante?
Ella miró a Dean esperando su aprobación, esperando que lo haya hecho bien, sin embargo, se había equivocado.
—Elefante —corrigió.
—Ah.
Ella se hundió entre sus brazos decepcionada, avergonzada de sí misma. Si bien, no era el estilo de Dean decirle tan seco que se había equivocado, esta vez lo había hecho a propósito por la mínima razón de que a veces su querida hermana no le prestaba atención.
—¿No me hiciste caso cuando te dije que no determinarás las palabras antes de terminar, bolita?
—Es que no puedo —sollozó mientras levantaba el rostro. Advirtiendo lágrimas en su rostro —Las letras...
Miró fijamente la mesa tratando de disimular su vergüenza, Dean se levantó y la abrazó para que no le diese más culpa, para que se diese fuerza a sí misma.
—Bolita... —tomó su rostro entre sus manos suavemente. Ella lo abrazó buscando consuelo —Escucha...
Se limpió las lágrimas que querían salir, las que últimamente eran frecuentes tras cada lección. Le resultaba tonto fallar.
—¿Sabes que vas mejorando, no? —ella lo miró seria. Besó su frente.
—Te quiero mucho, Dean.
—Yo más —dijo con un dulce abrazo —Llorar no es lo tuyo y lo sabes
Dean comprendía la desesperación de su hermana al tener los mismos obstáculos de hace años, pero no podía mostrarse negativo y señalar, no era capaz de ser así con ella.
—Vámonos, bolita.
De camino a la escuela tuvieron una silenciosa, pero agradable caminata, Dean le sonreía si cruzaban miradas y ella hacía lo mismo. Sin embargo, su mirada no tardaba en regresar al suelo.
Al dejarla en la escuela. Vio como entraba con la mirada desapercibida. La maestra la sostuvo cuando estuvo a punto de caer por culpa del marco inferior de la puerta. Ella la miró y corrió de sus brazos para dirigirse al interior de la escuela. Pareció que le dio pena.
Unas risas agudas resonaron en la cabeza de Dean, después que Lana pasara por esa escena de torpeza. Al girarse vio a unas niñas imitando a su hermana —copiaron su caída, con sus brazos simularon el cuerpo de Lana e inflaron sus cachetes—- todas se rieron y entraron a la escuela.
Dean frunció el ceño desaprobando la escena.
<<Vaya. Ya sé porqué últimamente no quiere comer>> Pensó
Gracias por leerme 😊 espero que les guste lo que escribo
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VÍCTIMA
Novela JuvenilEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...