𝟥𝟥. 𝒰𝓃 𝒩𝓊𝑒𝓋𝑜 𝑀𝒶𝓇𝑔𝒾𝓃𝒶𝒹𝑜

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Ebi no podía dejar de temblar, pero no por la helada mañana del miércoles, sino por la presencia de Dean que estaba a su lado, en la mesa de trabajo. Él no le estaba haciendo nada para que reaccionara de ese modo, ni siquiera durante la primera hora de clase. Pero pese a tan extraña anomalía, no podía evitar reflejar su miedo.

Dean estaba callado. Miraba fijamente al maestro que no dejaba de contar sobre el impacto de la industria de la moda en los últimos años.

-Esta industria es de las más contaminantes del mundo... -comentó.

Ella intentaba prestar atención. Sabía que era una materia importante. Así que escribía con la mano a presión para evitar temblar.

Algo en el ambiente era diferente. Ebi lo podía notar. No era como las veces anteriores que la ignoraban y pasado un instante la insultaban o la tiraban al suelo para patear su rostro, algo era extraño. Aunque no descartaba el maltrato psicológico.

La clase terminó, cuando el maestro se despidió, los alumnos se pusieron a acomodar los pupitres con una distancia más amplia entre estos y la pizarra.

Ebi miró rápidamente a Dean con miedo. Su escenario estaba preparándose, hacían eso cuando él quería golpearla un poco. Pero ni él ni sus compañeros la veían. Dean mantenía la mirada fija en la pizarra.

-Dean -llamó Noshua -. Dicen que ya lo encontraron.

Dean sonrió y siguió con la mirada penetrante. Noshua se alejó.

Ebi observaba a Dean. Podía leer sus facciones tétricas.

Ella se acomodó en su asiento con la mirada baja, y agarró su mochila para irse de ahí.

Dean tomó su brazo y la miró.

-Hay que ver si aprendiste -dijo inexpresivo -Mira esto.

Los gritos ahogados se escucharon en la entrada del salón. Uniel y Joe aventaron al chico con el que habían peleado. Los demás se acercaron para cerrarle un poco el paso. Pesé a la barrera, Ebi podía ver perfectamente la escena.

Dean dejó la mirada fría que tenía desde que llegó a la escuela y se acercó agresivamente a sus amigos, mientras empujaba algunas sillas para abrirse paso.

-¿Qué? -interrogó con dificultad el chico.

Ebi sabía que tenía miedo por la forma en la que habló. Ya no era el mismo tono de ayer. Sino uno inseguro.

-Pídeme perdón -dijo Dean.

Todos clavaron la mirada en el chico. Algunos confusos por la repentina entrada.

Éste frunció el ceño. Su mandíbula se tensó a la orden tan egocéntrica de Dean. A pesar de la pelea tan desigual que se presentó ayer, el chico sentía que aún tenía dignidad. Y quizá era así, debido a que él fue directo a Dean después de tener una provocación a la pelea, no le pidió ayuda a sus amigos que apostaba se hubieran unido para golpear a sus dos perros que intervinieron arbitrariamente.

-No -dijo en un tono serio.

Dean se acercó a él. El chico se puso a la defensiva. Los demás sabían que se defendería, así que sujetaron sus brazos. Él se revolvió entre las garras. Dean aprovechó la emboscada y lo golpeó.

-Uh -se burló Yanel.

El chico río.

-Cobardes.

Él mostraba una mueca de desagrado, sin embargo, regresó su mirada a Dean y sonrió retante.

-Pideme perdón -ordenó nuevamente ahora con enojo.

-No.

Dean volvió a golpearlo. Él giró el rostro rápidamente ante él, mostrando fortaleza. Le sostenía la mirada. Dean al ver la acción terca que mostraba a su admirable presencia, tomó su hombro amigablemente y lo apretó.

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