46. Vida Fría

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Ustedes me ayudan mucho al leerme, pero nuevamente les pido de su apoyo votando :c, muchas gracias

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—Hey —llamó la atención Dean a Uniel —. Amenazalas.

Uniel asintió, miró a Ebi para soltar una pequeña risa, prosiguió a salir rápidamente, seguido de Joe para ponerse delante de la puerta como barrera, para evitar que otra persona se acercara al salón.

Aunque el día anterior los tres habían discutido, eso no era excusa para no golpear a Ebi. Uniel y Joe sabían que Dean había actuado mal, pero lo excusaban. Él era sumamente inteligente, divertido y buen amigo, lo admiraban, por más que les molestara, no podían dejar solo a Dean cuando se trataba de la marginada, porque ellos también estaban implicados en su tortura.

Ebi se quedó arrodillada en el suelo mientras lloraba, ella sollozó más fuerte, a lo que Dean volteo los ojos y le dio palmaditas en la espalda a modo de burla. Esto hizo que Ebi gimiera dolosamente y pegara su frente al suelo.

Dean lo había logrado, sentía como la había encasillado nuevamente en su estado más bajo de inestabilidad.

—Hicimos un trato —dijo Ebi con voz temblorosa.

Ella levantó la mirada y se cruzó con los ojos de Dean.

—Era parte de mi plan.

Ebi soltó aire, ese último aliento que había salido era de incredulidad. Se sintió tan estúpida.

—Me engañaste —balbuceo con vergüenza.

—¿Y eso te sorprende? —respondió Dean en seco.

Ebi bajó nuevamente la mirada y comenzó a llorar con la humillación recorriendo su cuerpo. Ahí estaba ella, la marginada que encubrió a su agresor esperando tener libertad a cambio. Ya nada podía ser peor, había regresado a su lugar, el de ser el suelo para los demás, la chica del fondo que no tenía amigos, aquella persona que la pasaba sola, la persona a la que podías golpear las veces que uno quisiese.

El celular de Ebi comenzó a sonar a lo que Dean se acercó para quitárselo, pero ella se echó para atrás. Él la miró confundido, frunció el ceño.

—No contestes —ordenó mientras intentaba tomar su celular, pero Ebi se levantó rápidamente.

—Dámelo —dijo él mientras se incorporaba de igual forma.

Ebi tomó su celular en las manos y retrocedió. No dejaría que agarrara su celular, la última vez se lo había estrellado contra la pared.

Era Lana quien le llamaba. Esto la hizo sentir como si tuviera a su pequeña amiga entre sus manos, por lo que no iba a ceder.

VÍCTIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora