—¡No! ¡No quiero irme con ustedes! —gritó Lana mientras lloraba —¡Yo me iré sola!
—Calmate ya, Lana —respondió Dean —No es para tanto.
—Hija, lo siento —dijo su padre, se giró hacía ella y tomó su mano
Lana apartó su mano, asustada por lo sucedido.
—Tú y Dean me dan miedo cuando se enojan —admitió con voz quebrada —De verdad no quiero que me acompañen.
Dean suspiró. Trató de calmar su enojo mientras miraba a Lana por el espejo retrovisor.
—Perdónanos.
Ella negó con la cabeza.
—Padre, dejala ir, no se sentirá bien si va con nosotros, es lo menos que podemos hacer por ella después de esto.
Su padre miró a Lana, arrepentido.
—En serio, perdón —suspiró y bajó la mirada. Sabía que sus palabras no valían después de protagonizar una escena violenta —Dile a tu madre que llame al transporte de la escuela.
Lana asintió y agarró sus cosas, para fortuna de ella, la casa no estaba lejos. Su padre intentó tomar su cabeza para darle un beso en la frente, pero ella se apartó y sólo salió del auto rápidamente, estaba por llorar de nuevo.
Después de que Lana dejara el auto, la tensión se impuso entre ellos, ambos se sentían culpables por mostrarse así ante la pequeña de la casa.
Dean tenía ganas de ir tras su hermana menor, la forma de dirigirse hacía ella con un "No es para tanto" retumbó en su cabeza, supo entonces que no fue el modo correcto de hablarle a una niña de 10 años que presenció una escena así.
Después de un rato conduciendo en silencio, su padre detuvo el auto delante de una casa que él conocía.
«La casa de la marginada». Casi sonrió al ver que la empresa aliada a la empresa donde trabajaba su padre era donde trabajaba algún familiar de Ebi.
—Esperame aquí —dijo su padre.
—No, voy contigo, ¿Puedo? —dijo Dean con la mano en la puerta.
—Si quieres, pero tienes que ser educado.
—Lo seré, papá.
Ambos se acercaron a la puerta, su padre tocó el timbre y esperaron. Al abrirse la puerta Dean casi quería aventar al hombre que los recibía para entrar, pero se limitó a saludar amablemente. Tanto su padre como él fueron invitados a pasar.
Ambos hombres se saludaron nuevamente con un "Cuanto tiempo" e intercambiaron información sobre lo que querían hacer las empresas, mientras que Dean, analizaba la casa observando cada mueble o cuadro con algún indicio de Ebi. Los dos se dirigieron al comedor, pero Dean se atrasó un poco por su curiosidad, la tentación que lo jalaba a divagar era muy fuerte. Miró con extremado detenimiento cada cosa presente.
—Dean —llamó su padre. Dean reaccionó sorprendido—. ¿Qué buscas, hijo?
Ambos hombres lo miraron desde el comedor.
—Nada. Es que tengo que ir al baño. ¿Puedo usarlo? ¿Señor...? —Dean no sabía si él era el padre de Ebi, estaba muy distraído analizando la casa.
—Keynes. Pero por favor, dime Adam.
«Adam Keynes, un lenguaje informal entre licenciados, contratos en el hogar, reunión informal, entonces quiere decir que son colegas» supuso Dean.
—Un gusto, Adam.
—El baño está arriba, al fondo a la izquierda —dijo amable.
Una vez que Dean les dio la espalda, no pudo evitar dibujar una sonrisa grande en su rostro mientras subía las escaleras. Si no encontraba nada de Ebi en la planta baja, entonces tendría que ir a su habitación.
Se acercó rápidamente a una de las primeras puertas de madera blanca y la abrió sigilosamente, era la habitación de Adam, en ella buscó a la vista algún cuadro con la marginada, pero sólo tenía fotos con su esposa y una niña que no era Ebi. Cerró la puerta sin hacer ruido y fue con la siguiente para encontrase con una oficina: un escritorio ordinario y libros a su alrededor.
«Mierda»
Dean miró la última puerta, la que estaba detrás de él era la del baño, así que se acercó a ésta. Sabía que era la correcta, no podía fallar. Él abrió la puerta lentamente y asomó la cabeza: la habitación a la vista resultaba deprimente, se podía ver la cama destendida, ropa en el piso, vendas, un kit de primeros auxilios, pañuelos, paredes sucias de manchas rojas y el ropero estaba un poco destruido, así como el espejo del tocador. Esa habitación era la más oscura de toda la casa, la más descuidada, la más triste.
«¿Tienes traumas, eh?»
Dean se acercó rápidamente al ropero y comenzó a buscar la ropa interior de Ebi, una vez que la encontró, miró a su alrededor pensando que podría hacer, hasta que vio que tenía su propio baño, una parte de la ropa la puso sobre la cama -para llevársela- y la otra se la llevó hasta el escusado de su baño.
—Ahí está para que la laves —susurró.
Toda la ropa que sostenía la metió al retrete, no siendo suficiente, bajo su cremallera y comenzó a orinar sobre ella. Dean contuvo su risa ante tal acto. Al terminar se lavó las manos en el lavabo y miró la cama desde el baño.
«¿Y si la ropa la llevo a la cama?»
Él rápidamente buscó algo que lo ayudara a sacar la ropa del retrete, pateó la ropa a su paso y miró con cuidado hasta que en la esquina vio un palo de golf, se acercó a la esquina donde reposaba y se propuso quitar la ropa que le estorbaba, pero lo siguiente que tocó no era ropa, era algo peludo, algo grande, supo entonces que era un perro.
Nieve se despertó y miró fijamente a Dean, se levantó mostrando su enorme tamaño.
-Quieto, perro de mierda-ordenó en lo que buscaba algo para golpearlo. El tamaño de Nieve resultaba intimidante así que Dean optó por salir lo antes posible de ahí.
Él, lleno de miedo corrió hacía la salida, pero esto fue todo para que Nieve decidiera atacar, mordió la pierna de Dean, lo tiró al piso y lo sacó de la habitación.
-¡Ayúdenme!-gritó mientras pateaba a Nieve. El perro arrastró a Dean por el pasillo y apretó más la quijada a su pierna.
Su padre y Adam subieron las escaleras respondiendo al llamado, ambos corrieron hacía Dean e intentaron bloquear el paso, pero Nieve fue más rápido y esquivó los cuerpos que lo querían detener.
-¡No!
-¡Dean!
-¡Papá!
Adam se aventó hacía Nieve antes de que se acercara a las escaleras con el fin de detenerlo, pero esto hizo que Nieve tomará impulso y en el trayecto soltara a Dean. Ambos vieron como el cuerpo de Dean golpeó las escaleras violentamente hasta dar con el piso, mientras que Nieve, escapaba por la puerta trasera.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...