Dean hizo una mueca de dolor, él se quedó en el suelo sin poder levantarse. El prefecto que los había visto se acercó rápidamente y ayudó a Dean a incorporarse, mientras él gemía de dolor y agachaba su rostro para que no pusiera la mira en sus heridas.
-¿Estás bien? -preguntó Joe ante el dolor repentino de Dean.
-No -dijo él mientras le daba la espalda al prefecto.
-¿Qué pasó? -preguntó el prefecto -¿Qué hacen aquí? Este no es su salón.
-Nos equivocamos -dijo Uniel mientras sutilmente se ponía delante de Dean para cubrirlo.
-¿Y por qué su compañero salió corriendo?
-Porque creímos que nos iba a regañar -agregó Joe.
El prefecto suspiró y miró a Dean.
-Disculpe, pero necesito ir a la enfermería -dijo él mientras se mantenía de pie con dificultad.
El prefecto y Uniel se acercaron a Dean para que se apoyara en ellos. Él rodeó sus cuellos con ambas manos y comenzó a caminar con quejas, Uniel se giró hacia Joe y le hizo señas para que él se quedara, así que obedeció y disimuló su ausencia al prefecto mientras entraba lentamente al salón.
Dean se quedó recostado en la camilla de la enfermería. Durante la espera suspiraba con rabia, no sólo le hervía la sangre el pensar que Ebi logró aventarlo de ese modo al suelo, si no que el ardor en su rostro por los rasguños y la molestía en su coxis le recordaba lo mucho que la odiaba.
"¿Qué se cree ella?" pensaba él "¿De dónde sacó las agallas para luchar contra mi?"
El dolor y el cansancio reposaban en su cuerpo, y no se iban. Por un lado, esto lo alegraba porque pensaba que Ebi se estaría sintiendo igual, y más por la clase de golpes que le había propiciado, era claro que le había puesto toda la fuerza para hacerla llorar y doblarse. Pensaba en que al menos él mantenía la fuerza en el forcejeo, lo que ella evidentemente no.
Revisó su celular esperando una respuesta de sus padres, pero no había ningún mensaje de ellos. Primero le marcó a su madre, pero después de veinte llamadas se cansó de insistir, por lo que a regañadientes le llamó su papá quien era de esperar que no le contestara.
El enfermero en turno se acercó y procedió a dejarle unos cuantos ejercicios a Dean para que no siguiera teniendo molestia. Él los hizo en silencio.
-Debes tener cuidado cuando juegues futbol, y dile al entrenador quien te rasguñó para que él intervenga -dijo el enfermero, a su vez levantó a Dean y camino a su lado.
-De acuerdo -dijo Dean sin expresión alguna.
La puerta se abrió y una enfermera permitió el paso al chófer de la abuelita de Dean. Él arqueo la ceja preparando su sermón por la tardanza.
-Vaya, mi madre es lenta para las emergencias. ¿Por qué estás sólo tú? ¿Quién te envió?
El chófer acomodo su saco viejo mostrando incomodidad al comentario.
-Disculpe señorito. Pero me pidieron pasar por usted, surgió una emergencia.
Dean caminó con dificultad hacia la entrada.
-Haz los ejercicios en casa con ayuda de alguien para no tensar tu cuerpo.
Dean se volteo de mala gana y sólo lo miró. No podía tolerar algo tan obvio, ¿Lo creía un alumno tonto?
«Todos son una bola de estúpidos» dijo para su yo interno que no aguantaba más comentarios. Él sólo quería irse a pesar de sus siguientes clases, y así lo hizo. El chófer y Dean se dirigieron al auto de sus abuelos. Ambos subieron guardando silencio, a lo que el empleado ya estaba acostumbrado.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...