𝟢𝟧. 𝐿𝑒𝓃𝑔𝓊𝒶𝒿𝑒 𝒹𝑒 𝒮𝑒ñ𝒶𝓈

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Ebi se dirigió a la enfermería, dolorida, mientras pensaba en Mina, una anciana que siempre la recibía con cariño cada que la golpeaban. Mina era muda, pero a pesar de no poder hablar, le daba a Ebi lo que necesitaba en los momentos más ácidos: cariño.

Al entrar a la enfermería, Mina fue la primera en acercarse, sujetó su rostro y frunció el ceño

-Fueron ellos-dijo con voz temblorosa.

Mina invitó a Ebi a sentarse en una camilla y rápidamente buscó en el estante para desinfectar su labio hinchado. Las enfermeras al ver que Mina era la que quería ocuparse de Ebi, la dejaron.

Ebi miró fijamente a Mina y le mostró que había estado practicando el lenguaje de las señas.

«No quiero hablar porque voy a llorar» comunicó asustada de que una lágrima volviera a caer.

Mina acarició la mejilla de Ebi.

«Tranquila»

«Tengo miedo de hablar». Expresó Ebi tratando de que Mina comprendiera todo lo que sentía.

-Ebi, te llama la directora-dijo una de las enfermeras mientras pegaba su celular a su pecho.

Ebi miró a Mina preocupada y agarró sus manos para apretarlas con fuerza. La abrazó y se bajó de la camilla.

«Te quiero mucho, Mina» dijo mientras volvía a darle otro abrazo.

Ebi se armó de valor y se retiró del lugar. Sea lo que le dijera la directora, se quedaría callada, así tenía que ser según Dean.

Aunque muy en el fondo quería soltar todo, la persona más importante de toda la escuela se había dado cuenta...quizá era la vida quien le decía que tenía que contar lo que pasaba, pensaba Ebi.

Al entrar a la sala de maestros suspiró. ¿Qué pasaría después? Quizá Ebi sería feliz porque la vida la ayudó.

Ella cambio su cara de preocupación y tomo su cabello con la mano.

Quizá esto sea bueno, Ebi. Se dijo a sí misma.

La puerta de la dirección estaba abierta, así que Ebi se asomó lentamente por ésta y se encontró a la directora de brazos cruzados mirando fijamente la entrada. Ebi se asustó por su mirada, pero aún así entró y cerró la puerta.

Hubo tensión, hasta que la directora habló sin quitarle la mirada.

-Señorita ¿Le gusta llamar la atención?

-¿Eh?-Ebi despegó la mirada del suelo rápidamente y la miró sorprendida.

-No sé si usted sabía que las personas que entraron al gimnasio eran directores de la escuela Talento. Nos iba a enviar estudiantes extranjeros para promover mi escuela.

-Yo...

-¿Te parece bien jugar con un tema delicado?

-Pero...-frunció el ceño.

-¿Sabes cómo puedo explicar lo que pasó ante el comité de educación?

-¡Directora!-exclamó Ebi con voz débil, los labios le temblaron.

-Cuidado con ese tono, señorita.

El silencio se interpuso entre la directora y ella.

-Usted, me va a limpiar todo-remarcó la última palabra-Todo el gimnasio después de las clases.

-Directora...

-No me contradigas, por favor -atacó mientras azotaba una mano en su escritorio -Bastante me costó levantar esta escuela para que vengas y lo arruines. Si tienes problemas te los guardas.

-Directora...-dijo Ebi con las sílabas casi en susurro. Si hablaba era capaz de llorar, así que bajó la cabeza y guardó silencio para respirar y poder hablar bien.

-¿Va a decir algo?-preguntó la directora mirándola.

-Las cámaras...

-Yo no voy a revisar ninguna cámara.

Ebi ya no podía más, una lágrima salió de sus ojos rozando sus heridas, sólo pudo limpiarla con vergüenza y guardar silencio.

-Limpiaras el gimnasio después de clases, ah, y si ellos vuelven a venir no te quiero ver ese día en mi escuela ¿Entendiste?

Ella asintió, comenzó a llorar y salió de allí cabizbaja mientras su llanto se hacía más fuerte con sollozos, porque ella sabía, que no sólo sus compañeros eran los que la mantendrían callada.

VÍCTIMADonde viven las historias. Descúbrelo ahora