24. Un Espacio Pequeño

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Lana y Ebi se despidieron. La plática fue agradable, pero se vieron apuradas por la escuela, bueno, sólo Ebi, porque Lana ya había perdido el transporte escolar. Aunque pareció no importarle, tenía planeado regresar a casa. Prometieron llegar más temprano al puente para verse.

Ebi se fue sonriente a la escuela, no podía pensar en otra cosa. Tenía una amiga y esa noticia llenaba su corazón, tanto que el miedo de ir a la escuela desapareció.

Al llegar, vio a todos pasando de un lado a otro. Cada grupo estaba planeando que iba a presentar para la gente que iba a pasearse por Julieta Tam. No había problema si llegaba tarde, pero tenía que presentarse si quería ganar puntos para la materia que lo necesitara.

Al menos las chicas no le prestarían tanta atención, se emocionaban tanto con estos días que lo único que querían de Ebi era que no estorbara y que hiciera lo que le ordenaran.

Ella abrió la puerta, ninguna le negó el paso, así que entró lentamente.

—Chicas—anunció una de ellas que empujó a Ebi al entrar—Mi mamá me dejó usar la batidora y la nevera pequeña de su negocio para los helados y  los postres. Ayudenme a meter las cosas.

Todas celebraron y asombradas se acercaron para ayudar mientras algunas se quedaban preparando la masa para el pastel. Llevaban varios platillos sobre una mesa, su salón sería un mini restaurante.

Ebi se quedó parada un poco lejos de ellas y miró con atención la nevera. Cuando estaba en el orfanato solía simular que hacía helados con plastilina y jugaba a que los comía. Recordaba perfectamente esa vez que se sentó en la banqueta afuera del orfanato, un hombre que pasaba con un helado en la mano, la observó a una corta distancia. Ambos se quedaron callados, el hombre se percató que no estaba comiendo nada, sólo estaba jugando a comer un helado falso. Se acercó lentamente y se agachó a su altura.

«Pequeña ¿Has probado el helado de paila?» dijo él. Ebi lo miró y negó con la cabeza.

El señor extendió el helado a Ebi, ella dudó en tomarlo.

«No te preocupes, compraré otro después. Este es para ti»

—¡Te estamos diciendo que te quites!—gritó Alison mientras empujaba a Ebi sacándola de sus pensamientos.

Ella mantuvo el equilibrio. Donde estaba parada era donde iba a ir la nevera. Se alejó para no causarles más molestias, pero al dar la vuelta chocó con la mezcla de chocolate.

—¡Ay no!—gritaron.

—¡Estúpida! ¡¿Por qué no te fijas?!

—Yo...perdón es que...Alison me empujó—intentó explicar.

—¡¿Por qué no te vas de aquí?!

Todas la miraron con el ceño fruncido.

—No puede, Gretta. Tenemos que esperar a que llegué Dean—explicó Cecilia.

Enojada, Dinna se acercó a ella y la empujó hacia la ventana, después le dió un golpe en la cabeza. Ebi se quejó y sólo bajó la cabeza.

 Ebi se quejó y sólo bajó la cabeza

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