Lana tenía la mirada sobre los azulejos de la sala de espera de su escuela. No se atrevía a mirar a esos chicos que la solían hacer sentir mal. Los seis niños no despegaban la mirada de ella, invadidos de ira, y los gritos de los padres en el despacho de la directora solo hacia el ambiente más tenso.
Lana comenzó a sentirse cada vez más pequeña cuando escuchó a sus padres reclamar que sufría burlas a causa de su peso, lo que la hizo encogerse de hombros y algunos de los niños chistar a modo de burla.
-Pinche gorda chismosa -dijo uno de los niños, molesto.
Lana cerró los ojos con fuerza y sintió nuevamente el nudo en la garganta.
Hace unos años que Lana vivía tranquilamente, y desconocía lo que era la inseguridad. Ahora, la vida era distinta para ella y a su corta edad no entendía el porqué. En ningún momento de su vida había sido mala con alguien, era una niña risueña, pero eso no era suficiente para una idea que llevaba al límite a una para odiarse a sí misma, o hacer que otros lo hagan. Apenas asimilaba un poco lo que estaba pasando, su físico no era de agrado para nadie, incluso para ella que extrañamente les daba la razón cada día con más fuerza, cuando ya habían destruido su autoestima y seguridad con unas palabras dolosas y maltrato físico.
Aquella situación no sólo se daba en el ámbito escolar, si no en otros entornos, lo que ocasionó que dejara de hacer cosas que le gustaban por temor a ser juzgada. ¿De verdad se mostraría en traje de baño para su clase de natación? ¿De verdad usaría esos vestidos de fantasía que una vez le gustaron? No, eso era ponerse en ridículo ante los demás. Pensaba que era una persona tonta que no se había dado cuenta del problema.
La puerta se abrió y todos miraron a la expectativa.
-Vengan todos -indicó la voz del director para que entraran a su oficina.
Los niños hicieron caso. Al entrar vieron seis sillas y una sola por delante. El director le hizo una señal a Lana para que se sentara en la silla solitaria y detrás suyo se sentaron los demás niños con todos los padres de familia excepto sus padres que estaban delante a unos pasos de ella, con una mirada tensa hacia el director.
-Lana -pronunció el director con un tono angustiado -. Tus padres me comentaron de algunos problemas con tus compañeros, y nos gustaría que lo hablemos para que se solucione este problema.
Lana miró hacia sus padres con ojos asustadizos, a lo que los dos alzaron la cabeza mostrando apoyo, fortaleciendo lo que hablaron ayer. Ambos estaban ahí para apoyarla, ambos esperaban que hablara para respaldar lo que sea con uñas y dientes, y así librarla de actos que podían dañar a cualquier persona que lo viviera.
Lana comenzó a temblar un poco, lo que ella desconoció en sí misma, jamás había temblado por nervios. Una nueva faceta suya salía a la luz, y en un estado vulnerable sentía que su ser estaba siendo juzgada. Sus manos comenzaron a sentirse frías, lo que hizo que ella apretara los puños como si ese calor representara su vida y respiró fuertemente para que esta regresara. Tenía muchas cosas por hacer a futuro, quería muchas amigas, novio y usar un vestido blanco que brillara a la luz de la luna. Aún no podía dejarse apagar por el miedo o cambiar las cosas que le gustaban.
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VÍCTIMA
Teen FictionEbi se miró en el espejo. Estaba inquieta por la presencia de Dean que salía lentamente de la oscuridad detrás suyo. Él le sonrió y se acercó. Fue fácil, pensaba ella. «Él escogió una víctima para su venganza, fue lo suficientemente hábil para que l...