El baile de las calaveras

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Los esqueletos bailan, saben que es su noche.

No deberías espiarlos,
pero la curiosidad es mayor.

Las flautas son de hueso,
los tambores de piel y
las cuerdas de la guitarra son cabellos.

Las más viejas se desarman, las nuevas buscan algo para reemplazar sus partes podridas.

Las calaveras bailan sin descansar bajo la luz de la luna.

La música te llama y te mueves un poco para ver mejor.

Una piedra de tumba rueda delatándote.
El ruido se detiene y todos giran en tu dirección.
Las carcajadas te erizan la piel y los esqueletos te atrapan antes de que pienses en correr.

Sus huesos se envuelven alrededor de tu cuerpo como cadenas, impidiendo cualquier movimiento.

Las calaveras sonríen y se abalanzan en montón.

Acabas de traer más diversión a la noche, tu piel es retirada con cuidado mientras sigues vivo,
tu sangre es utilizada como vino y
tu carne es arrancada en pedazos.

Comen y beben de tu cuerpo,
pero todo lo que entra por su boca cae al piso en una plasta masticada, manchando las tumbas, será la única evidencia  que encontrarán de ti.

Tus ojos se mueven en todas direcciones y les divierte, meten sus dedos huesudos en tus cuencas para sacarlos, los lanzan de un lado a otro como si fueran pelotas.
Están impresionados con tus cuerdas vocales, las toman con cuidado, servirán de cuerdas para un violín, crearán las melodías más tristes con ellas.

Tus intestinos serán unas lindas guirnaldas, algunos pelean por tus dientes, reemplazarán los huecos en sus dentaduras con ellos.
Tus uñas son pequeños bocadillos crocantes.

El horror no termina y tus últimas horas son agonizantes.

Con el inicio del alba se retiran a sus tumbas, tienen el apetito saciado y nuevos juguetes.

Nunca encontrarán tu cuerpo porque ahora sirve de entretenimiento para las calaveras.

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora