Es tu cuerpo, pero no eres el dueño.
Los hilos te dicen que hacer, solo se necesita un tirón para que pierdas el control, no importa cuánto te niegues.
Tienes que obedecer las demandas.
Con la mano temblorosa entierras el cuchillo, escuchas el asqueroso sonido de los nervios y la carne siendo desprendida de tu víctima; la sangre tibia se desliza por tus dedos mezclándose con tus propias heridas.
Le gritas al titiritero, no quieres hacer esto, él se ríe y mueve los hilos de nuevo ocasionando que entierres más profundo tu arma.
Los ojos de tu víctima se tornan cada vez más pálidos, derramando sus últimas lágrimas, muere en tus manos con una expresión de traición.
El titiritero te libera de sus hilos y te abandona como siempre, dejando que lidies con la situación.
Te acurrucas junto al cadáver, derramando tus lágrimas sobre su rostro.
Al día siguiente, la policía te rodea, arrestándote por el asesinato de diez personas.
Gritas histérica culpando al titiritero, intentando en vano explicar toda la situación, acerca de cómo te controlaba para que asesinaras por él.
No eres la famosa asesina de los hilos, tú solo eres una marioneta, no saben que están deteniendo a la persona equivocada.
Pero él te ha retirado todas las cuerdas del cuerpo, limpiándose así del crimen, ahora que te estaban siguiendo la pista decidió desaparecer para buscar un nuevo títere, ya no le eres útil.
Tus últimas palabras antes de tu condena se repitieron día y noche en todos lados: "Yo no quería hacerlo, no quería matar pero él me obligó con sus hilos".
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Un paseo por lo macabro
RandomPequeños relatos hechos para devorarte... Quiero decir atraparte