Muertos vengativos

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Se creía el mejor cazatesoros del mundo, por eso entró en la Hacienda sin permiso y robó a sus muertos.

Los despojó de su descanso eterno al sacarlos de su tumba.
Le quitó sus botones de oro y sus alhajas,
Al fin ¿Quién las necesita cuando está muerto?

Los amontonó y prendió fuego a sus cuerpos, para cuando el olor despertó a los propietarios él ya estaba lejos.

Nada pasó.

Decidió irse a dormir.

La primer pesadilla se trató de una serpiente negra con los ojos rojos, se envolvió por todo su cuerpo quitándole él oxígeno, desgarró su cuerpo con sus grandes colmillos y al final lo guardó en lo oscuro de su estómago.

Se despertó sobresaltado, pero volvió a dormir sin prestarle atención a los orificios de su cuerpo.

La segunda un montón de demonios con máscaras de piel de humanos lo hicieron bailar en las brazas, su carne se quemó, sus tobillos se rompieron y él danzó hasta que murió.

Se levantó agitado, pero volvió a dormir a pesar de las ampollas de sus pies.

En la tercera los Ángeles le negaron la entrada al cielo y fue obligado a huir de los perros del infierno para toda la eternidad.

Al día siguiente, la encargada de la limpieza lo encontró acostado en la cama con un hacha clavada en la garganta.

Sin huellas, sin rastro de allanamiento y sin resistencia por parte de la víctima.

Pero antes de terminar, sólo diré que ninguna de las pesadillas fueron sueños nada más.

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora