La secta

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Tienes que pasar la iniciación para ser miembro oficial, te colocan con grandes ceremonias la túnica y vendan tus ojos.
Te ayudan a sostener el objeto y moverlo con fuerza.

Tiene filo, te percatas al herirte por accidente; frente a ti hay una pared tibia a la que dirigen tu ataque.

El sonido es asqueroso y hay cierta cierta resistencia para atravesar el cuchillo.

Te quitan la venda cuando se escucha un golpe sonoro y parpadeas para acostumbrarte a la luz, en el suelo a tus pies yace una pequeña mujer, tal vez tenía dieciocho.

Esos ojos, ahora oscuros te regresan la mirada, un rastro de lágrimas secas y una mueca de dolor adorna su rostro.

Está desnuda y puedes ver marcas de latigazos.

¿Su pecado?
Ser hermosa e inocente.

¿Su penitencia?
Ser asesinada.

¿La razón?
Que atrajera la mirada de los hombres con su uniforme escolar.

¿El pelo húmedo del baño era una provocación?
¿La falda hasta la rodilla que revelaba un poco de piel, era causa de  lujuria?
¿El arreglarse para estar presentable en la escuela, era una forma de incentivar a los actos impuros?

Los demás aplauden y comienzan a rezar.
Dicen que es mandato de Dios; que era una pecadora y acaban de limpiar la tierra.
La fe que depositan sobre el orador los hace ciegos, creen que es un conducto de los dioses y sus palabras son órdenes.

¡Oh, que tontos son los humanos!
Ponen su confianza en cualquiera que se coloque una sotana y no son capaces de juzgar por sí mismos, que solo es un pretexto para imponer su orden.

¿Qué harás ahora?

¿Te pondrás en su contra y te arriesgaras a terminar como la chica?
¿O guardarás silencio y serás como ellos?

Una oveja ciega, que está desesperada por la redención.

Los monstruos también son aquellos que justifican sus acciones por el nombre de una divinidad, aquellos que son ciegos y tiran pedradas a inocentes.

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora