Arañas

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Tantos ojos, es imposible esconderme, a donde sea que vaya me pueden ver.

No puedo respirar, tiemblo sin poder moverme, mi cuerpo no responde y mi mente está en blanco.

Me entremezco con violencia mientras la criatura vomita mi tumba.

Suaves hilos blancos crean el ataúd a la medida más hermoso.

He caído en su red pegajosa.

Sus patas peludas tejen sin parar, está tranquila, sabe que su veneno corre por mis venas y no tengo escapatoria.

Escucho el tic-tac inexistente, el reloj rojo de su vientre embarazado me vuelve loco, la arena imaginaria fluye agotando mi tiempo.

Estoy perdiendo la cordura y no sólo por la ponzoña que me mantiene paralizado mientras deshace mis tejidos.

La marca de sus colmillos en mi cuello se ha inflamado, mi cuerpo está ardiendo y mis venas queman como ácido sulfúrico.

Estoy en mi propio infierno.

Los espasmos y convulsiones amenazan con provocar que me ahogue con mi propio vómito y mi verdugo continua trabajando sin preocuparse.

Sabe que estoy muriendo y no podré escapar jamás de su trampa.

Sus ocho ojos me regresan la mirada y abre la boca enseñando sus colmillos.

Como si estuviera feliz, de que corriera con la misma suerte que su pareja.

Parpadear se hace cada vez más pesado y mis respiraciones duelen, el sudor frío está dejando de fluir y mi corazón ya no puede trabajar.

Moriré siendo alimento para las futuras asesinas.
💫
Despierto sobresaltado de la parálisis.
¡Qué sueño tan vívido!
Ocho ojos, cada vez más grandes, me observan desde la oscuridad.

¡¿Por qué no me puedo mover?!

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora