El banquete.

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Estás frente a la puerta de la mansión, sostienes la carta en mano, en donde dice que eres el invitado de honor.

Has trabajado duro para poder llegar hasta este momento, respiras profundo, tus nudillos rozan la madera áspera antes de dar unos débiles toquidos.

No crees que te hayan escuchado, pero es sólo cuestión de segundos para que la puerta se abra revelando a dos sirvientas pálidas como la leche.

No te dirigen la palabra y te toman de la mano para guiarte al interior.

Su piel es sedosa como el algodón y son tan jóvenes, que parecen niñas aunque no lo son.

Te vendan los ojos para meterte a una bañera, el líquido es tibio y los aceites hacen espesa el agua.

Para cuando te descubren los ojos estás limpio y suave.
Vistes de gala y te diriges al salón donde todos esperan.
Tomas la copa que te ofrece el mayordomo y pruebas la sustancia roja, es ligera y tiene un leve sabor a óxido.

Perfecta.

Todos esperan el inicio del banquete, mientras hablan de los precios y lo difícil que se está haciendo conseguir buenas mercancías.

El silencio se hace presente y el plato principal es traído por las criadas.

Amarrada a la mesa como un animal, encuentras a esa niña que veías sonreírles a todos cuando jugaba en el parque.

Su circulación está siendo cortada poco a poco por los lazos y la baba escurre de la boca tapada a la fuerza con una manzana

Denigrada como un vil puerco.

Te acercas a la mesa y te suplica con esos ojos de corderito llenos de lágrimas, los balbuceos de su boca solo ocasionan que se ahogue y el salón entero se desate en risas.

Solo tiene doce años, es delicada y libre de pecado.
Sonríes tratando de trasmitirle tranquilidad, y, cuando su llanto a cesado, procedes a darle un golpe en la cabeza para aturdirla.

La carne estresada no sabe bien y todos lo saben.

Con su pecho aún subiendo y bajando efectúas el corte en forma de Y, dejando al descubierto su rojo interior.
La madrastra de la Chica te la vendió a un buen precio, lo único que quería era librarse de ella.

Al ser el invitado de honor, tienes el privilegio de comer su corazón, el que hace poco seguía latiendo, disfrutas el manjar dejando que la sangre escurra sin importancia, la carne suave no se resiste a tus dientes y el sabor solo te incita a consumir más.

Las miradas de envidia llenan el salón, más sin embargo, ninguno se atreve a revelarla en voz alta, todos sin excepción se relamen los labios esperando su turno.

Nadie quiere quedarse fuera de los beneficios de la sociedad.

Los baños y vino de sangre para mantener la juventud.

Y la más importante, saciar el hambre de carne humana.

La que proviene de vírgenes es difícil y peligrosa de conseguir hoy en día, es deliciosa y más jugosa que la de cualquier animal.

Ahora, con el estómago lleno, piensas en quién podrá ser tu próximo banquete, aunque por el momento te limitas a disfrutar los halagos de tu trabajo.

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora