Entes hambrientos

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Es hora de dormir, las luces están apagadas y te encuentras en tu cama cubierto con las cobijas.

No puedes quitar la vista de los ojos que e miran a través de la ventana, dos puntos amarillos que se mueven para poder observarte mejor.

A penas te atreves a parpadear, no quieres perderlo de vista.

Rasguña el cristal con sus uñas y chilla llamando a las pesadillas, te tienta a levantarte y abrirle la puerta.

Te mantienes firme sujetándote al colchón para evitar que tu cuerpo le haga caso, la criatura te sonríe frustrada.

Los golpes en la ventana te hacen preguntarte si resistirá la noche.

Su lengua oscura se pega al cristal deslizándose y cubriéndolo de baba, una promesa de que te comerá tarde o temprano.

Los segundos parecen horas y el amanecer aún está muy lejos, la espera se hace interminable y tus ojos amenazan con cerrarse.

La criatura te sonríe, acaricia tu ventana con cuidado, esperando el momento en el que te rindas.

Los primeros rayos del sol te despiertan.

¿Un sueño?
Al parecer nadie escuchó ningún ruido en la noche.

Volteas de nuevo a la ventana, encontrando en ella una inscripción de sangre oscura, firmada con la huella de una mano.

"Volveré"

¿Qué fue lo que estuvo aquí?

Miras consternado tu ventana, la curiosidad te llama a poner tu mano sobre la huella.

La sangre sigue fresca.

La respiración a tu espalda lo delata.

Es una trampa y caíste en ella, te llevó adentro de tus sueños.

Lo siento, ya no hay tiempo para contarte sus planes, aunque pronto los descubrirás.

Suerte.

Un paseo por lo macabroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora