Despierto de mi sueño de golpe, siento que no estoy solo, hay alguien más en mi habitación.
La dama de blanco me está mirando, no tiene ojos ni nariz pero de alguna manera siento su vista sobre mí.
Cierro los ojos y aún así sigo viendo su rostro sonreír en mis párpados.
Su boca dorada tiene un bozal que le impide morder, se inclina aún más para mostrarme sus dientes opacos y descuidados.
Pasando su lengua podrida sobre ellos me hace una promesa, algún día logrará comerme.
El zumbido de mis orejas se parece a la estática, ella está hablando pero no puedo entender lo que dice.
De alguna manera no estamos en el mismo plano.
Mi corazón golpetea con fuerza en mi pecho amenazando con colapsar, mi respiración se vuelve errática pero es imposible que pierda el conocimiento.
Su pálida mano se alza para alcanzar mi cabello, sus garras negras lo acarician sin cuidado y el dolor que me recorre me recuerda que estoy despierto.
Intento apartarla pero no puedo levantar siquiera un dedo, es como si estuviera pegado a mi cama.
Su saliva gotea por mi camisa aumentando mis escalofríos, su peso ahora está sobre mí y por fin sus palabras toman forma.
"Hijo, ohh hijo, pronto vendré por ti"
Cuando los primeros rayos de sol entran por la ventana me libera y mis pulmones dejan salir el aire contenido, la veo alejarse hacia la puerta y desaparecer dejándome atrás.
"¿Qué es lo que acaba de pasar? "
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Un paseo por lo macabro
De TodoPequeños relatos hechos para devorarte... Quiero decir atraparte