Los cuerpos colgados se mecían cantando canciones, sus bocas mudas para siempre emitiendo sonidos para nada humanos, sus ojos opacos puestos en un solo lugar.
Los zopilotes esperaban pacientes para darse su festín cuando la multitud se dispersaran.
Cuando la plaza estuvo vacía los cuerpos se ayudaron unos a otros a descolgarse, tiraron sus cuerdas formando un montón y les prendieron fuego.
Bailaron sujetándose los unos a los otros, trayendo consigo a cualquier entrometido llamado por la curiosidad, obligándolos a bailar hasta la muerte.
Sus maldiciones se esparcieron como enfermedades, obligando a todos a moverse al ritmo de la música.
La muerte azotó sin piedad día y noche.
Los cuerpos en descomposición perfumaron la ciudad con su fúnebre olor, los carroñeros pronto se hartaron del festín y se alejaron dejando atrás a los cuerpos a medio comer.
Llegaron más sogas, con ellas más diversión, el último grito a la moda, tener una de collar.
Se amontonaron y quemaron más muertos, haciendo las llamas aumentar, los cánticos crecieron y pronto todos se vieron envueltos en los bailes.
Baila, hasta que tus dedos se rompan, muévete, hasta que tus piernas ya no se conozcan.
Únete a nosotros, esperemos que logres burlar a la muerte.
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Un paseo por lo macabro
RandomPequeños relatos hechos para devorarte... Quiero decir atraparte