¿Por qué?

Ganar

Ambos permanecieron en silencio un instante.

Sus miradas podía completar los pensamientos del otro.

Bajo la mirada de todos los presentes en la fiesta, humano y dioses salieron de aquella gran celebración.
Ente pasos desesperados y rápidos llegaron a su destino en la Mansión del Edén.

Hades, rey del Inframundo, tomó la cintura del samurái con anhelo. Sus cuerpos compartían la misma sensación y no había espacio para nada más.

Depositó al humano sobre aquellas sábanas que los esperaban. 

-Hades -san - dijo el humano sonrojado y a media voz.

El dios detuvo sus caricias para verlo directamente a sus ojos. Estaba dispuesto a escuchar todo lo que le dijera Kojiro. Esta vez, no quería perder.

-Es...esto.... - empezó a decir con nerviosismo el einherjar  - yo quiero hacerlo pero... Yo... No quiero decepcionarte. Poseidón.... Él...me... - para el humano era tan difícil decirlo.

Sasaki trataba de ser sincero y decirle lo sucedido. Como su amante tenía que saber que su cuerpo ya no era el mismo.

Hades besó sus la labios con suavidad. Era un beso lento y reconfortante como si quisiera detener todo el tiempo del mundo en un simple gesto.

-Sasaki, lo sé. Sé lo difícil que es - acarició los cabellos de su amado para tomar aquella coleta y deslizarla hacia abajo despacio, deshaciendo el peinado del espadachín.

El einherjar no lo detuvo y no dejó de mirarlo. El rey del Inframundo era sumamente cuidadoso cada vez que lo tocaba.

Finalmente, los cabellos oscuros cayeron hacia los hombros del mortal dejando a la vista una imagen que embelesó al dios.

-El humano Sasaki Kojiro es tan importante para mi que no hay diferencia alguna. Tú sigues siendo el mismo ante mis ojos y ante mí corazón - se acercó a los labios del otro nuevamente - conozco el dolor que te causaron y esperaré si es lo que necesitas. A diferencia de mis hermanos, mí amor no es controlado solo por el deseo, porque en verdad te deseo Sasaki. No voy a mentirte pero lo que más quiero es darte la felicidad que mereces. Ser quien te haga feliz

-Hades -san, yo... Lo quiero. Quiero olvidarlo, dejar todo atrás y mirar hacia el futuro que podemos construir juntos. Contigo y con mí familia aquí - expresó con una sonrisa sobre los labios del inmortal.

-¿Quieres que me detenga? Podemos regresar con los demás... - comentó el dios con cierta picardía que le provocó otra risa al samurái.

-Hades... Yo no soy bueno en esto. No he prestado atención a mis sentimientos de esta manera. No sabía que existía, no.... que sea posible otra felicidad que no sea un buen enfrentamiento con tu rival.

Hades robó otro beso, besó sus labios con dulzura. Luego sonrío. Sasaki sintió que ya no podía con los latidos de su corazón. Sus palpitaciones estaban provocando que su ansiedad aumentara. 

Frente a él, Hades era tan hermoso, un inmortal cuya belleza rivalizaba con la naturaleza. Con aquellos paisajes que había contemplado en su vida mortal y que lo había dejado sin aliento.

De pronto, Hades se alejó para sentarse a su lado. El humano sintió cierto malestar.

-Hades....

-Nunca te he contado sobre ello, Sasaki. Pero hace tiempo estuve completamente enamorado de una diosa. Su nombre es Perséfone. Ella y yo fuimos felices por un tiempo pero después comprendimos que su amor por su madre era mayor que su lazo conmigo.

Sasaki miró hacia las manos del rey. Le pareció ver cierto temblor en sus manos por un instante.

-El haber amado de esa manera que dices no es malo ni imposible, Sasaki. Y estoy dispuesto a esperar si lo necesitas - dijo mientras el humano tomaba sus manos y después lo abrazaba - estoy dispuesto a esperar por ti.

-Hades, no es necesario. Ya no quiero perder más tiempo sin ti - respondió el humano al darse cuenta de lo tonto que sonaba sus pensamientos.

En ese momento, se apartó del dios. Rápidamente lo empujó a la cama y se colocó sobre él.

-Definitivamente, esta vez quiero ganar esta batalla - dijo con una sonrisa.

-Ya veremos si puedes vencerme, Humano - expresó el dios de la misma forma.

La lucha acababa de inciar. La batalla entre un dios y un humano que quizás daba paso a la vida.

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