Fiesta (tercera parte)

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En otra parte de la fiesta, cerca del bar.

Hermes se encontraba solo. Había llegado con la esperanza de hablar con Brunildha sobre el pedido de Sasaki. Al parecer, todos los preparativos estaban en regla. El mismo había logrado encontrar un lugar adecuado para comenzar el ritual de forma segura y habría logrado el permiso de Zeus para ello. Aunque aún debía comunicarle a Hades sobre ello.

-No  esperaba verte aquí. Como están las cosas pensé que tu padre te mandaría al Tártaro también - expresó el emperador sobresaltando al dios mensajero.

Hermes miró al emperador con leve molestia.

-¿Desde cuándo un humano puede hablarle así a un dios? - dijo con seriedad.

-Desde que viajamos juntos al Inframundo y salvamos a los demás - expresó el einherjar acercándose a los oídos del dios griego- recuerda que soy un rey, deberías respetarme también.

Hermes se alejó de pronto. Ese humano lo ponía demasiado nervioso pese a su gran autocontrol.

Qin Shin Huang sonreía ante su logro.

-Ven conmigo - ordenó tomando la mano del dios alejándolo de la fiesta.

Con pasos rápidos, llegaron hasta la salida. Cerca del jardín, se detuvieron a mitad del camino.

-¿Por qué me trajiste aquí, emperador? - reclamó el griego.

El emperador no le respondió.

-Volveré - dijo con molestia para retroceder sobre sus pasos Hermes.

Apenas pudo dar uno cuando fue detenido por el humano. Este se había acercado a su rostro. Sus manos empujaron su cuerpo. Sin poder evitarlo, había caminado lo suficiente para que su espalda chocar contra la pared, aprisionadolo en ella.

- ¿Qué estás hacien...- quiso decir pero fue silenciado. Qin Shin Huang estaba besándolo.

-De....ten~~te- expresó entre gemidos el dios mensajero sin éxito.

Por su parte, el mortal con más ferocidad profundizó el beso. Para Qin Shin Huang, le parecía demasiado adictivo y tentador aquellos labios que se empeñaban en rechazarlo.

El humano sostuvo con fuerza las manos del otro. Escuchar los leves gemidos lo volvían loco y ansioso.

Poco tiempo después, la falta de aire se hizo presente. El emperador se apartó relamiendo sus propios labios.

La mirada del dios ardía en una mezcla de vergüenza y molestia. Empujó al emperador con fuerza, haciendo que retrocediera.

-¡¡¿Por qué lo hiciste? ¿Crees que puedes hacerle esto a un dios? !!!- exclamó molesto el inmortal.

El einherjar se acercó nuevamente a él. Sonrió ante la reacción y el reclamo de Hermes.

-No a cualquier dios, solamente a ti, hijo de Maya - respondió para intentar besarlo otra vez.

-Dejalo en paz, Qin - expresó aquella voz que voz que ambos reconocieron al instante.

-Es un placer verte, querido pero será mejor que resuelvas tus propios asuntos y yo me haré cargo de los míos - respondió el emperador con ironía para acercarse nuevamente al dios.

-Qin... Si tanto lo quieres deberías respetarlo - respondió en un tono que le causó cierta gracia al emperador.

El humano se alejó unos centímetros de Hermes para mirar al otro inmortal.

-Esta bien, tienes razón. Aunque no puedes culparme... En este momento tu quieres hacer lo mismo con mí hermanito, ¿no? - respondió mordaz.

El recién llegado iba a replicar pero esta vez fue detenido por su sobrino.

-Estaré bien, no se preocupe. Por favor, déjenos ... Usted debe ir con él - dijo con calma Hermes.

Qin Shin Huang sonrió ante la respuesta. Quizás tenía una oportunidad, después de todo.

El dios suspiró ante aquellas palabras. Esos dos no tenían remedio. No había nada más que hacer allí.

-Está bien pero si algo sucede no dudes en golpearlo - comentó señalando al rey humano.

Sin esperar algún comentario por parte del humano, aquel inmortal se alejó de ellos y entró a la fiesta.

-Asi que ... ¿no te desagrado por completo? - expresó juguetón el emperador al griego.

-No... Solo no me gusta la forma en lo haz hecho... - comentó con seriedad.

-Bien, si eso es lo que deseas, cumpliré tus caprichos  - dijo Qin Shin Huang para acercarse otra vez y comenzar a besar aquellos labios que se habían vuelto en poco tiempo su mayor necesidad.

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En el interior de la fiesta

Los dioses compartían bebidas con sus acompañantes. El ambiente se sentía animado y alegre.

Dioses, humanos y valkirias celebraban con entusiasmo la libertad ganada.

El dios avanzó mirando con atención a todos los presentes. No quería ser notado, al menos, no fácilmente. Necesitaba encontrar a esa persona antes de que sea tarde.

Le pareció extraño ver qué había un fiesta en aquella Mansión. Aunque no podía  culparlos después de todos los problemas, las heridas y el miedo causado por ellos. Cuando entró a la Mansión del Edén no pudo evitar pensar que era un oportunidad perfecta para detenerlo. Evitar aquel ritual.

Caminó observando a los humanos. La persona más importante para él parecía haber desaparecido nuevamente. Su frustración aumentaba al no tener indicios de su presencia.

-¿Qué estás haciendo ahí, dios? - preguntó el humano a su lado.

El dios hizo una pequeña reverencia ante el mortal.

-Yo... Necesito verlo. Por favor, dígame como hacerlo.  No he podido encontrarlo aún - respondió.

-Él se encuentra en esa dirección - señaló sin dudar - Eres de lo pocos dioses que se han ganado mí confianza. Sé que podrás cuidarlo - dijo el einherjar  para después alejarse .

El inmortal agradeció la ayuda y se dirigió en dicha dirección.

Una vez solo, la mujer preguntó.

-¿Hades sabe algo sobre Sasaki? Quizás podría.... - expresó la madre de la humanidad con preocupación

-No, no lo sabe. Y aunque quisiera decirle eso no nos incumbe.  Ya hice lo que debía por nuestro hijo - explicó el padre de la humanidad.

Eva sonrió. Su amado aveces era demasiado dulce con sus hijos y eso la cautivaba demasiado.

-Ven, Adán. Vamos a probar los dulces de allá - expresó la mujer para luego marcharse con su esposo.

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