64 - Bridget 05: Que se jodan los rebeldes

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—¿Puedes hacerlo o no?—pregunto, claramente irritada.

—Puedo, pero crees que todo es tan sencillo como cocinar hamburguesas. Este espécimen es increíblemente poderoso, no va a resultar tan fácil—responde Mona, explicando una vez más su sarta de estupideces.

—¡Friedried no te paga para que me des una catedra de veterinaria! ¡Quiero a mi unicornio omega ahora!—reconozco que hago una rabieta casi infantil.

—Pff, si tanto lo quieres entonces cállate la boca y déjame trabajar. La involución es complicada, y más con una tipa tan molesta jodiendome cerca—se defiende Mona.

Esto es suficiente para colmar mi paciencia. Sujeto a la elfa del cuello y la estampo contra la pared.

—¡¿Qué fue lo que dijiste?! ¡¿Eres siquiera consiente de lo que soy capaz de hacer si no obedeces lo que te digo?!

—¡Haz lo que quieras, al final del día no eres nada al lado de Friedried!

Clavo mis dedos en su cuello, irritada a niveles extremos. Sin embargo, me veo obligada a relajarme con sus palabras. Es verdad, Friedried tiene la última palabra en los Administradores. Al menos hasta que se me ocurra una buena forma de sacarlo del camino.

Soy capaz de rebelarme si eso significa poder raptar y humillar a todas las Jean Joyner de todos los mundos infinitos de El Cruce.

—Entonces trabaja, quiero a un unicornio omega de inmediato—pido de forma más sutil.

Mona tose y recupera la respiración que perdió durante nuestra fugaz riña. Me lanza una mirada de desagrado antes de regresar a estudiar su hechizo. Mientras ella lee sus tarugadas, me recargo en las frías y húmedas paredes del calabozo de la iglesia.

Me divierto un poco mirando de forma asqueada a Zorra Joyner, quien se encuentra atada de manos, piernas y cuello con cadenas. La muy pendeja tiene la mirada perdida, como si su esperanza de largarse de aquí se hubiera desvanecido. Babosa.

Decido joderla un poco más para divertirme, estoy comenzando a perder la paciencia con Mona y su hechizo de involución. No sé en qué carajo se metió esta zorra, pero resultó ser más poderosa y resistente de lo que pensé. Y tan solo recordar que era una pendeja sin talento en la otra vida.

—¿Tienes hambre, puta?—uso la punta de mi pie para levantar su rostro.

Su cara está apagada por completo, sin expresión alguna. Justo como cuando la destrozaba en el otro mundo.

—¡Te hice una pregunta, responde!—pateo su cara.

Zorra Joyner grita y se cubre para protegerse del golpe. Carajooooooo, como me encanta tenerla así de vulnerable. Un chispazo sale de su anillo de esclava, obligándola a asentir de forma positiva. Lo supuse, después de todo la he estado matando de hambre desde que la capturé.

—¿Quieres comer algo? Te aseguro que estará delicioso.

La pendeja vuelve a asentir sin emoción alguna. Casi parece como si fuera su instinto más bajo de supervivencia quien estuviera respondiendo por ella.

—Si quieres comer, tendrás que servirle a tu ama, pendeja —piso su cabeza, obligándola a pegar sus mejillas contra el suelo— Quiero que limpies mis botas con tu lengua, vampiro asqueroso.

Observo con emoción y ansias como Zorra Joyner tuerce sus labios, solo para abrir su bocota y asomar su lengua con asco. Me aseguré de pasearme por todos lados antes de venir al calabozo, así que tiene mucho que limpiar. La maldita gótica asquerosa mueve su lengua de arriba abajo, desapareciendo cada mancha de suciedad de mis zapatos.

Que se jodan los arcoíris ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora