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De ese pequeño incidente, habían pasado dos meses, Tobirama había hecho las cosas más fáciles para ambos, ya que, cuando se volvieron a ver, actuó con indiferencia con respecto a ese incidente, aún así, eso no había impedido que el uno pensara en el otro con demasiada frecuencia, sin embargo, debido a que ya se había fijado una fecha para la boda de Madara con Midoryko, se habían tenido que olvidar de esos detalles.

Aunado a eso, en el transcurso de esos dos meses, oficialmente Hashirama había tomado el puesto de Hokage, no Madara y, aunque Hashirama pensó que Ichiou ya no querría el matrimonio con él, se llevó la sorpresa de que no le importaba, siempre y cuando considerarán a su futuro yerno para ser el segundo, aunque la verdad había sido que eso había sido una pequeña mentira, pues él solo deseaba el sharingan para su clan.

Sin embargo, las cosas después de ello, no resultaron tan fáciles, pues Midoryko había notado un gran cambio en la personalidad de Madara, más aún, porque su padre había accedido a que ella se mudara con él, con tan solo una semana de convivencia, estaba segura de que veía una oscuridad en Madara, una de la que ya había escuchado, pero que esperaba no ver.

—Iré a ver a Hashirama —le aviso un día por la mañana mientras acababan de desayunar, ella asintió y lo miró.

—Madara...

—Estoy bien, pero ¿qué hay de ti? Te prometieron a un Hokage y ahora no soy nada de eso... Tal vez...

—Me comprometieron contigo, Madara, no con un cargo y aquí estoy, aunque todo esto lo hagamos por un compromiso, estamos aquí de buen modo, ¿no? —preguntó ella.

—No deberías... Fácilmente podrían encontrar a otra persona para ti —dijo y la miró, ella instintivamente lo abrazó.

—Quiero quedarme contigo... —susurró, sin embargo, sintió una cierta punzada de dolor en su corazón.

Claro que quería estar con él y apoyarlo, de cierto modo, ya estaba convencida del matrimonio, aún así, también estaba Tobirama, extrañamente, ambos estaban en su corazón, sin embargo, sabía que Madara la necesitaba más, por lo tanto, se quedaría con él.

—Eres muy amable, Midoryko... —contestó mientras la tomaba del mentón, haciendo que lo mirara, bajo su rostro hacia ella y presionó sus labios contra los suyos.

Midoryko sintió el calor de sus labios y, aunque era una sensación agradable, el beso carecía de aquella chispa que los labios de Tobirama le habían proporcionado, aún así, lo disfrutó. Cuando Madara se alejó, acarició su rostro.

—Volveré más tarde —le avisó, ella asintió.

Apenas la dejó sola en la casa, Midoryko salió, pues se sentía un poco asfixiada ahí adentro y sola, mientras caminaba, iba jugando con la pulsera que Tobirama le había regalado, desde que se había mudado con Madara, no lo había visto, según Hashirama, se había ido de misión el día de su mudanza.

Con algo de nostalgia, terminó en el centro de Konoha, mirando todo con algo de pesar, ahora que veía esa fase de Madara, comenzaba a preguntarse cuántas vidas había costado fundar Konoha. En un momento, mientras contemplaba la salida de la Academia de los chicos, sintió a una persona llegar y sentarse a su lado, apenas se giró, se llevó la gran sorpresa de ver a Tobirama allí.

—Volviste —susurró Midoryko.

—Desde ayer —respondió y la miró—, ¿qué haces sola?

—Madara salió y la casa que nos han dado es muy grande... No me gusta —admitió ella.

—¿Estás bien? —le preguntó Tobirama, pues podía notarla un poco decaída—. Es Madara, ¿verdad?

—Sí —respondió—. Lo siento extraño... De verdad quisiera poder ayudarlo, pero... Creo que no puedo, no si él no quiere ser ayudado.

La Ninja Lobo de Konoha 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora