II. Aᴍɪɢᴏs

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"Pretty woman give your smile to me." - Pretty Woman (Roy Orbison)

•••

Agnar y Rigel se encontraban sentados en las mesas de un comedor que estaba a rebosar. Lleno de niños correteando de un lado para otro, ansiosos por que les sirvieran la comida.

–Siempre empiezan por los más pequeños, así que nos toca esperar. –se quejó Rigel mientras jugueteaba con su pendiente. Solo llevaba uno en la oreja izquierda, y este consistía en una estrella plateada con una pequeña piedra verde en el centro. Tras analizarla, Agnar supuso que se trataba de una esmeralda.

Aunque, de un momento para otro, sus pensamientos fueron interrumpidos por la aparición de un chico. Él era alto y delgado, de pelo rubio engominado y ojos oscuros.

–¡Dios, abuelo, cómo tú por aquí! –exclamó señalando a Agnar.

–Vamos, Ethan, no seas desagradable con los nuevos –suplicó Rigel conteniendo la risa. El rizado seguía sin comprender.

–Ya, lo siento –carcajeó Ethan con las manos en alto como señal de paz, mientras que se sentaba entre los dos. –Pero por favor, chaval, ¿De dónde has sacado ese jersey? Apuesto a que tiene más años que el orfanato.

Agnar rodó los ojos. No esperaba que una simple prenda causara tanto revuelo. Estaba a punto de contestarle, pero fue interrumpido por el pelinegro, quien muy alegremente estaba dispuesto a presentarles.

–Agnar, este es Ethan, el idiota al que llevo soportando años.

–Bobadas –contraatacó el mencionado. –En el fondo me adoras.

–Como tú digas –suspiró finalmente mientras que se levantaba de la mesa.– Vamos, ya nos toca.

Los tres chicos se dirigieron a paso tranquilo al mostrador en el que las cocineras servían la comida. Por el camino, Rigel le contaba todo lujo de detalles sobre el orfanato al nuevo. Le hablaba de las cuidadoras, de las clases que tenían allí, de las fiestas y de las chicas.

–Como ya te he dicho antes, este sitio está lleno de chicas preciosas –comentaba.

–Sobretodo tu querida Charlotte Andrews, ¿No es así, Rig? -añadió el rubio con una sonrisa traviesa dibujada en el rostro.

–¿Quién es Charlotte Andrews? –preguntó Agnar, desconcertado.

–Es su novia.

–¡No es mi novia! Tan solo es una buena amiga –bufó él, ruborizado.

–¿Buena amiga? ¿Y qué hay del beso del otro día? –insistió Ethan, aunque soltó un quejido de dolor en cuanto su amigo le dio una patada en la espinilla. –¡Bastardo!

Agnar soltó una carcajada, y por fin llegó su turno en la cola. Agarró una de las múltiples bandejas, y las cocineras le sirvieron una ración de puré verde junto con un par de salchichas y una manaza. No tenía muy buena pinta.

–De hecho, su cumpleaños se acerca –dijo Rigel una vez regresaron a la mesa.– El de Charlotte.

–Sí, y ya tiene preparado todo un espectáculo para espantarla –murmuró el rubio.

–Querrás decir conquistarla –corrigió.– Me tienes envidia, Jones.

–Muchísima –contestó.– Te va a mandar a la mierda.

Agnar no pronunció palabra en mucho tiempo. Se sentía excluido, ajeno a la conversación. Sentía que era un intruso entre dos buenos amigos.

•••

La tarde pasó volando, y llegó la noche.
No habían estado haciendo nada en especial: simplemente hablaron y se molestaron unos a otros.
Rigel y Agnar ya estaban en su habitación, preparados para irse a dormir.

–¿De dónde has sacado ese pendiente? –preguntó Agnar en cuanto terminó de cepillarse los dientes.

–Me lo encontré por ahí hace tiempo, aunque no tengo la pareja –Rigel se retiró el cabello de la cara para mostrárselo mejor.– Es una...

–Esmeralda –se adelantó el rizado.

–Chico listo.

Ambos cruzaron una sonrisa de complicidad, y se formó un silencio que el pelinegro rompió al poco tiempo.

–Oye.

–Dime.

–No te enfades por lo del jersey, te queda bien –susurró guiñándole un ojo.

★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora