XXXVI. "Pᴇʀᴏ, ʏᴏ ʟᴀ ǫᴜɪᴇʀᴏ"

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"You don't care if it's wrong or if it's right" – Roxanne (The Police).

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14 de abril, 1979

Y, tal y como habían prometido, en lo que quedaba de semana, tanto Rigel como Agnar retomaron las clases de matemáticas. El señor Roberts no se lo puso nada fácil, pues seguía furioso por sus faltas de asistencia.
Sin embargo, la llegada del sábado fue satisfactoria, pues los cinco jóvenes habían terminado por fin su trabajo en el comedor, por lo que se les levantó el castigo
Aquella mañana se encontraban terminando de desayunar, cuando Ethan se fijó en el pelinegro. Sus ojos miraban fijamente a la mesa, sin pronunciar palabra. Su expresión era neutral, sin rastro de tristeza, o alegría.

–Oye, ¿qué te pasa? –preguntó el rubio, arqueando una ceja.

–¿A mí? –dijo Rigel.– Nada.

–Y, ¿te piensas que me voy a creer eso? –el chico negó con la cabeza, sin dejarle tiempo al contrario para responder.– Anda, vamos a salir fuera un rato, para que te dé el aire. Te vendrá bien.

•••

Los dos chicos salieron al jardín. El día era soleado, y la temperatura era ideal, pues la primavera estaba en su máximo esplendor. No había nadie por allí, por lo que aprovecharon la oportunidad para pasear juntos tranquilamente.

–Cuéntame, ¿qué pasa?

–No pasa nada. Estoy bien, de verdad.

–Rigel, te conozco desde que éramos un par de críos mocosos –rechistó Ethan.– Y, lo siento, pero, a estas alturas, es imposible que me engañes.

El pelinegro suspiró, metiéndose las manos en los bolsillos.

–Vas a pensar que soy un nenaza.

–¡Venga, no me jodas! –bufó, frenándose repentinamente.– Sabes que puedes confiar en mí, idiota.

–Vale, vale. Perdón.

Rigel optó por sentarse del suelo, y tiró de su amigo para que se sentase a su lado.

–Vamos –insistía.

–Es que, no sé cómo explicarlo.

–Inténtalo.

–Siento que Charlotte me presiona para... Ir más allá.

–¿Ir más allá?

–Ya me entiendes.

Ambos se mantuvieron en silencio durante unos segundos.

–Oh, ya veo.

–Y, ya sé que los novios hacen ese tipo de cosas sin problemas –murmuró Rigel.– Pero yo todavía no estoy preparado.

–Es completamente normal.

–Pues ella se ha enfadado conmigo.

–Dios mío –musitó el rubio, apretándose el puente de la nariz con un par de dedos.– Escúchame, Rigel –explicaba.– Charlotte tiene que entender que, para tener relaciones, ambas personas tienen que estar dispuestas. Y, si tú crees que aún no ha llegado el momento, ella lo tiene que aceptar. Tiene que respetar tus tiempos y tus etapas.

–¿Tú crees que querrá cortar conmigo?

–Si quiere cortar contigo sólo por eso, déjame decirte que esa chica no vale la pena.

–Pero, yo la quiero.

–Lo sé, pero tienes que aprender a anteponer tus sentimientos a los de cualquier otra persona.

–Supongo –suspiró Rigel, cabizbajo.

–Y, si en algún momento te toca, o hace algo sin tu consentimiento...

–¡Vale, ya lo entiendo! –le interrumpió, ligeramente ruborizado.– Ya me ha quedado claro, Ethan, gracias.

–Eso espero –gruñía.– Espero que no seas tan inocente y tan imbécil como para no darte cuenta de si te está forzando.

–Pues no soy imbécil. Que quede claro.

–Bueno... –murmuró el rubio.

–¡Oye!

–Era broma, era broma –carcajeó.– O no. Quién sabe.

–¡Tú sí que eres imbécil, Cenicienta! –reía Rigel, empujándole cariñosamente.

–Sinceramente, prefiero rubia, a secas.



★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora