III. Eʟ ᴅɪ́ᴀ ᴅᴇ ʟᴀ ʀᴇɪɴᴀ

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"Young and sweet, only seventeen" - Dancing Queen (ABBA)

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5 de octubre, 1978

Llegó el cumpleaños de Charlotte.
Agnar nunca la había visto, pero Rigel la describía como una mujer despampanante, de pelo castaño ensortijado, de la que estaba muy enamorado.

Era jueves, por lo que tuvieron clases por la mañana. Aún así, para cuando llegó la noche, Rigel tenía todo un espectáculo preparado para la ocasión. Se vistió con una chaqueta de cuero y unos pantalones vaqueros ajustados, y se recogió el cabello en una coleta. Una coleta que le daba un peculiar atractivo.

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El pelinegro y sus dos amigos estaban terminando de cenar. Él comentaba lo muy emocionado que estaba por que Charlotte viera lo que le tenía preparado.

–¿Le has comprado algo bonito? –preguntó Ethan, llevándose un trozo de carne a la boca.

–No le he comprado nada –admitió Rigel, rascándose la nuca.– Bueno, tengo un ramo de flores, pero mi sorpresa es aún mejor –repitió, emocionado.

–¿Piensas decirnos qué demonios vas a hacer? –cuestionó Agnar.

–Ni lo sueñes, Aggie –el pelinegro le había puesto ese apodo. A Agnar le parecía extraño, pues no tenían tanta confianza, pero decidió dejarlo estar.

–Miedo me das –gruñó el rubio.

Rigel se encogió de hombros, y pasados un par de minutos, a través de los altavoces del comedor se reprodujo una bonita melodía. Una melodía que muchos reconocieron al instante.

–No puede ser –exclamó Agnar, con una luminosa sonrisa en el rostro.

–Menuda mariconada -bufó Ethan.

Por toda la sala retumbaba Dancing Queen en honor a la cumpleañera.
De un momento para otro, muchos de los niños y adolescentes coreaban la canción alegremente.
Rigel le guiñó un ojo a la chica, quien le devolvió el gesto, ruborizada.

–Ahora vuelvo –chilló el pelinegro para después subir rápidamente hasta su habitación. Cuando bajó, al cabo de unos minutos, llevaba consigo un ramo de rosas rojas. Se dirigió directamente a Charlotte, y le entregó dicho ramo haciendo una reverencia.– Felicidades, preciosa.

–Qué bobo eres –murmuró ella con una sonrisa tímida, sujetando las flores.– Gracias.

Para entonces, la canción había cambiado. Esta vez, el contagioso estribillo de Killer Queen llenaba la habitación.

–Pues aún no has visto lo mejor –tomó la mano de la chica, ansioso.– Ven conmigo.

Juntos caminaron a paso rápido hasta el enorme jardín del orfanato, y todos fueron detrás de ellos.
De pronto, el oscuro paisaje fue iluminado por unos coloridos fuegos artificiales. Los ojos de Charlotte brillaban, al igual que los de todos los presentes.

–¿Te gusta? –preguntó el pelinegro.

–Me encanta. Me encantas –afirmó ella mientras se acercaba a él para finalmente unir sus labios en un tierno beso, el cual todos aplaudieron.

–Hacen buena pareja –admitió Agnar, que estaba contemplando la escena junto con Ethan y muchos más.

–Pues yo sigo sin entender por qué Rig tiene que humillarse así. Siempre busca alguna forma de hacer el ridículo –carraspeó el rubio, a lo que Agnar reaccionó frunciendo el ceño.

–¿Y por qué no puedes simplemente alegrarte por él? Es tu amigo, y se le ve feliz –explicó, manteniendo su expresión.

–Como sea –gruñó Ethan, agitando la mano.– Ella ahora tiene diecisiete, y nosotros dieciséis. Cuando Charlotte se vaya del orfanato, Rigel seguirá aquí.

–Aún queda mucho tiempo para eso.

–No tanto –corrigió.

–Bueno, ambos se quieren y están contentos, ¿No es eso lo que importa?

–Supongo –suspiró finalmente.

Y de un momento para otro, el jardín se quedó obsoleto, dejando allí sola a una pareja enamorada bajo la luz de la luna.

★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora