"We'll keep on fighting till the end" – We Are The Champions (Queen).
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24 de abril, 1979
Por primera vez en mucho tiempo, los jóvenes ansiaban que llegase la hora de la clase de matemáticas. Agnar no había podido conciliar el sueño la noche anterior, pues se preguntaba si su insistencia y la de sus amigas habría convencido a la directriz. De todos modos, no tenían forma de saberlo aún. Esa mujer era impredecible.
-Si os soy sincero, estoy asustado -murmuró Rigel, mientras entraba al aula, acompañado de sus amigos.
-Tranquilo, todo irá bien. Se lo prometí a Erick -suspiró Agnar, cabizbajo.
-¿Erick? ¿Quién es ese? -preguntó Ethan.
-Un niño cuatro años menor.
Los chicos se sentaron en sus respectivos pupitres, y esperaron expectantes a la llegada del maestro. Aunque, para la sorpresa de muchos, no fue el señor Roberts el que cruzó la puerta aquel día, sino que fue la directriz Beatrice. La expresión de la mujer era seria y aterradora, como de costumbre, por lo que todos la recibieron en silencio.
-Buenos días -comenzó ella, a lo que todos los alumnos respondieron al unísono.- Supongo que ya saben que, en los últimos días, ha habido alguna que otra incidencia con el señor Roberts.
Las miradas de Rigel y Agnar se cruzaron fugazmente, pues la tensión y la emoción corría por sus cuerpos al mismo tiempo.
-Esta información la han compartido conmigo varios de los estudiantes. Y, antes de nada, me gustaría comentar que emplearon una formas muy desagradables -los ojos de la mujer estaban puestos sobre el rizado, y, supuso que sus pensamientos se centraban en Giselle y Olivia.
Jacob no pudo evitar dejar escapar una pequeña carcajada, lo que hizo que Beatrice frunciera el ceño.
-No sé de qué se está riendo, señor Davies, pero quiero que sepa que fue su hermana una de las alumnas que me habló del asunto con muy poca educación.
El pelirrojo rodó los ojos, sin darle importancia, aunque en su rostro se reflejaba una pequeña sonrisa de orgullo.
-Como les iba diciendo -continuó.- Les informo de que el señor Roberts, desgraciadamente, no va a ejercer más en el orfanato. Honestamente, no estoy de acuerdo, pero esta decisión fue votada entre todas las maestras, y la señorita Smith insistió en que él debía ser despedido.
En este instante, todos los alumnos allí presentes se llenaron de felicidad. En el aula, se podían escuchar todo tipo de vítores y gritos de alegría.
-¡A la puta calle! -exclamó Ethan, satisfecho.
-¡Eso, a chupar pollas! -le siguió Jacob.
-¡Y de dos en dos! -terminó Rigel, levantándose de su pupitre.
-¡Ese vocabulario, muchachos! ¡Van a pasar los próximos días en el aula de castigo! -chillaba la canosa, reposando sus manos sobre sus caderas.
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Agnar estaba más contento que nunca, pues habían conseguido su objetivo con éxito. Se habían librado de ese malvado maestro, y ni Erick ni Rigel volverían a sufrir más, pensó. Aquella mañana continuó con normalidad para el joven, aunque, una vez finalizó su clase de literatura diaria, se acercó a la maestra cuando todos habían abandonado el aula.
-Hola, Agnar, ¿qué tal estás? -preguntó la señorita Smith, sonriente.
-¡De maravilla! -contestó el rizado.- Y todo gracias a usted.
-¿Gracias a mí? ¿Y eso por qué?
-¡Usted convenció a Beatrice para despedir al señor Roberts!
-Yo no convencí a nadie, querido, fuisteis vosotros. Tus amigas y tú lo habéis conseguido: el mérito es vuestro -carcajeó Mónica.- Se lo he contado a Erick, y está muy contento, al igual que yo. Me enorgullece lo que hacéis.
De pronto, Agnar envolvió a la maestra en un cariñoso abrazo, el cual ella correspondió al instante.
-Muchas gracias por todo, de verdad.
-No hay de qué, mi niño.
-Ojalá fuera mi madre.
-¿Cómo dices? -la mujer se separó ligeramente, con el fin de mantener contacto visual con él.
-No es nada, tan solo una tontería. Olvídelo.
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★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★
Teen Fiction𝐃𝐞́𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚. 𝐀𝐠𝐧𝐚𝐫 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚 𝐚𝐥 𝐨𝐫𝐟𝐚𝐧𝐚𝐭𝐨, 𝐦𝐚́𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚. 𝐇𝐚𝐧 𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐚 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐞𝐧 𝐩𝐫𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́. 𝐓𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐧𝐢...