"I've seen people turn their heads, and quickly look away" - Paint it Black (The Rolling Stones)
Advertencia: maltrato psicológico y verbal. Abuso de poder.
•••
3 de abril, 1979
Esa mañana, Rigel, Ethan y Agnar caminaban juntos hacia su última clase del día: la de matemáticas. Un par de días atrás, les informaron de que la maestra se jubilaba, por lo que vendría una nueva a reemplazarla.
-Me preguntó a qué bruja nos presentarán hoy -balbuceó Rigel, sentándose en su pupitre con desgana.
-Dudo que sea peor que la anterior -suspiró Ethan, quien se sentaba delante de él.
La clase entera estaba sumida en un constante bullicio de alumnos hablando y bromeando entre ellos. Aunque, la atención de todos ellos fue a parar a la puerta del aula, que se abría lentamente.
De pronto, apareció un hombre anciano, robusto y de pelo canoso. Los adolescentes se miraron entre ellos, confundidos, pues esperaban a una mujer como maestra.-Dios santo, esto parece un circo -masculló el hombre, con el ceño fruncido, mientras se aproximaba al que sería su nuevo escritorio.- Bien, muchachos, soy el señor Roberts. Como ya saben, la Señorita Johansson ya no ejerce en este centro, por lo que yo seré su sustituto en la asignatura de matemáticas.
-Lo raro es que él no esté jubilado también -murmuró Rigel, con una pequeña sonrisa traviesa, lo que hizo reír a sus compañeros más cercanos.
-¿Se puede saber qué les hace tanta gracia? -preguntó el señor Roberts, severo.
Nadie contestó, aunque el pelinegro hacía débiles esfuerzos por no reírse. Era inevitable.
-Usted, el de la cuarta fila, ¿acaso no ha escuchado mi pregunta?
El silencio volvió a formarse, aunque su susceptibilidad le jugaba una mala pasada a Rigel, quien sería riéndose.
-¿Cuál es su nombre? -alzaba la voz el anciano.
-Rigel -musitó él, entre carcajadas.
-¿Qué más?
-Harvey.
-Rigel Harvey... Qué nombre más curioso, ¿no cree?
-Es el que me pusieron -bufó el chico, frunciendo el ceño.
-¿Sabe, Harvey? Es usted el joven más impertinente con el que me he cruzado en mucho tiempo. Y, le convendría saber que, para mí, la cualidad más importante es la disciplina. En otras palabras, y disculpen la expresión, no soporto a los niños malcriados.
-Y yo no soporto a los viejos amargados.
-Rigel, cállate ya, por favor -susurraba Ethan, moviendo vagamente los labios.
El hombre apretó los puños, y con su sería expresión, dio un par de pasos al frente. Ahora, su furiosa mirada y la de Rigel se cruzaban intensamente.
-Haga el favor de venir aquí inmediatamente.
El chico se mantenía inmóvil, de brazos cruzados.
-¿No me ha oído? Venga aquí ahora mismo, no pienso volver a repetirlo.
Uno de sus compañeros le dio un codazo, y Rigel se vio obligado a levantarse por fin. Se acercó a paso lento hacia la pizarra, donde se encontraba el maestro. Una vez allí, delante de toda la clase, el anciano se acercó a su escritorio.
-No le vendría mal un corte de pelo. Parece una mujer.
Se escuchó alguna que otra carcajada por parte de los alumnos, aunque el pelinegro seguía quieto, como una estatua. La rabia le hacía fruncir el ceño, y morder su labio inferior para contenerse.
-Aquí tiene -el hombre le ofreció unas tijeras que acababa de sacar del cajón de su escritorio.- Adelante.
Rigel negó con la cabeza, y se negó a tomar las tijeras. El señor Roberts arqueó una ceja, y una sonrisa malévola se formó en su rostro.
-Con que se niega, ¿eh? Qué señorita más rebelde -carcajeó.- Dios mío, chico, cuánta falta le hace la mano dura.
-Como le toque, me levanto y le mato -sentenció Agnar, aunque el anciano pareció no oírle.
-Escúcheme bien, Harvey. No sé qué situación le ha traído aquí, a esta institución, pero que sepa que no me da ninguna lástima. Los muchachos como usted merecen castigos para convertirles en hombres de verdad.
Volvió a aproximarse al escritorio para dejar las tijeras, y, esta vez, sacó del cajón una gran regla de madera.
-Extienda el brazo.
-No.
-Extienda el brazo, o me encargué personalmente de darle ese nuevo peinado.
Rigel extendió el brazo, tembloroso, pero sin hacer contacto visual con el anciano en ningún momento.
Agnar estuvo a punto de levantarse por impulso, pero Ethan le frenó, sujetándole y tirando de él. Al no poder intervenir, se limitó a cerrar los ojos.
No podía permitirse presenciar esos golpes que le dolían tanto como si fueran suyos.-Nunca más interrumpiré una clase con mi arrogancia e impertinencia. Repítalo.
Un par de gotas de sangre corrían por el antebrazo del chico. Y, a pesar de sus esfuerzos por mantenerse fuerte, también dejó escapar un par de lágrimas.
-Nunca más interrumpiré una clase con mi arrogancia e impertinencia.
Todos los alumnos guardaban silencio. Nadie se atrevía a moverse, o a reaccionar.
-Bien. La lección ha acabado por hoy.
Rigel abandonó el aula tan rápido como pudo. Sin mirar atrás, sin si quiera recoger sus cosas. Agnar se ocupó de llevárselas más tarde.
•••
-Rigel, ¿puedo pasar? -Agnar abría la puerta del dormitorio lentamente. Traía consigo los materiales de su amigo, hielo y vendas.- ¿Dónde estás?
Rigel estaba sentado en el suelo del baño, con la mirada perdida.
-Aquí -murmuró, sin moverse.
Agnar le encontró, y se sentó a su lado, en el frío suelo.
-No voy a volver a sus clases. Que me suspenda si quiere.
-Yo tampoco voy a volver -Agnar sujetó con delicadeza el brazo de Rigel.- Te he traído hielo y vendas.
-Me ha humillado delante de todos.
-Ha sido horrible, lo sé -suspiró el rizado, colocando el hielo envuelto en papel sobre la piel del chico.- Tienes que avisar a las maestras.
-¿Y quién va a creerme? ¡Nadie! -exclamó.- Los maestros siempre se protegen entre ellos.
-Yo sí te creo, y el resto también. Toda la clase lo ha visto -secó los restos de sangre con papel higiénico, y envolvió la zona afectada con las vendas.
-Me duele.
-Lo sé. Me he sentido muy impotente por no poder hacer nada, por no poder ayudarte.
-Da igual. Tú me ayudas siempre -Rigel recostó la cabeza sobre el hombro del rizado.
-Rigel.
-¿Qué?
Te quiero. Y prometo protegerte siempre que pueda.
-Nada. Déjalo.
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★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★
Teen Fiction𝐃𝐞́𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐬𝐞𝐭𝐞𝐧𝐭𝐚. 𝐀𝐠𝐧𝐚𝐫 𝐥𝐥𝐞𝐠𝐚 𝐚𝐥 𝐨𝐫𝐟𝐚𝐧𝐚𝐭𝐨, 𝐦𝐚́𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐮𝐬𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚. 𝐇𝐚𝐧 𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨 𝐚 𝐬𝐮 𝐩𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐞𝐧 𝐩𝐫𝐢𝐬𝐢𝐨́𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐧𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐞 𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́. 𝐓𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐬𝐞 𝐧𝐢...