★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★

XXVII. "Oᴊᴀʟᴀ́"

"Look at all the lonely people" - Eleanor Rigby (The Beatles)

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25 de marzo, 1979

La época de exámenes tan pronto como de fue, regresó. Por eso, los jóvenes querían aprovechar sus ratos libres para estudiar y ponerse al día con las tareas.
Aquel domingo, Rigel, Ethan y Agnar estudiaban juntos en el gran salón, como de costumbre. Sin embargo, Rigel buscaba cualquier excusa para evadirse de su trabajo.

-Chicos, cuando salgamos de aquí, ¿cuántos hijos os gustaría tener? -preguntó el pelinegro, soltando el lapicero.

-Ninguno -murmuró Ethan.- ¿Tú cuántos quieres?

-Tres.

-Conociéndote, acabarían muertos todos. Irresponsable.

-Menudo cabrón -bufó Rigel.- ¿Tú qué opinas, Aggie?

Agnar levantó la mirada de los libros para los que tanto se concentraba.

-Yo creo que serías un buen padre -suspiró.

-¡Lo sabía! Dos contra uno, Cenicienta. Date por vencido.

-Ya, claro. Lo que tú digas.

-Por cierto, Rigel, ¿pudiste hablar con Charlotte? -interrumpió Agnar.

-Sí, hablamos esta mañana.

-¿Y qué te ha dicho?

-Que soy un inmaduro de mierda, un infantil y un marica.

Se formó un silencio al instante. Ethan y Agnar se miraron mutuamente de reojo, sin saber qué decir.

-¿Se puede saber por qué se enfadó en primer lugar? -carraspeó Ethan.

-Ni idea, no ha querido decírmelo. De todos modos, creo que tiene razón. En lo de ser inmaduro e infantil, claro -suspiró Rigel.

-¿Y en lo de marica no? Y yo que pensaba que era lo más acertado.

-¡Imbécil!

De pronto, interrumpiendo la discusión, Mónica apareció en la sala. La maestra mostraba su característica sonrisa, y, a paso lento, se acercó a los tres amigos.

-Buenos días, chicos -dijo la mujer, amablemente.

-Buenos días, señorita Smith -contestaron los tres al unísono.

-Siento interrumpir, pero, ¿podría venir Agnar a hablar conmigo? Solo será un momento, no tardaremos.

-Sí, todo suyo -murmuró Ethan, conteniendo la risa. Le dió un pequeño empujón a su amigo, haciendo que se levantase con el impulso.

-Excelente. Gracias, chicos.

•••

Agnar paseaba junto con la señorita Smith por los inmersos pasillos del orfanato. A ella se le veía tranquila, lo que le transmitió confianza al chico. De todos modos, él seguía algo nervioso.