XXV. Lᴀ ɴᴜᴇᴠᴀ ᴇʀᴀ

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"Changes are taking the pace I'm going through" - Changes (David Bowie)

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18 de marzo, 1979

-Y, ¿qué decís que vais a hacer? -preguntó ella.

Olivia y Agnar paseaban juntos por el jardín, entrelazando sus brazos.

-Vamos a hacer graffitis en la ciudad -contestó su amigo, caminando a paso lento.

-¿Qué pasará si os pillan?

-Según Rigel, todo está bajo control. Saldremos al anochecer, y estaremos de vuelta en el orfanato antes de que sea demasiado tarde.

-Dios santo, ese chico tiene una habilidad especial para meterse en líos -suspiró la pelirroja.- Ten cuidado, por favor. No quiero que estés en problemas.

-Tranquila. Procuraremos no atracar a nadie por la calle.

Ambos carcajearon al unísono, y Olivia se recostó sobre el hombro de su amigo.

-¿En qué momento te has convertido en un delincuente en potencia? -bromeaba la chica.

-Por favor, no exageres, y haré alguna pintada en tu nombre.

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-Como alguna de las maestras se dé cuenta de que os habéis ido, os vais a cagar -insinuó Charlotte, arqueando una ceja.

Ella cubría a Ethan, Rigel y Agnar, quienes estaban a punto de marcharse. Habían estado esperado la hora perfecta.

-Descuida, cielo -Rigel terminaba de meter distintos botes de spray de diferentes colores en un gran bolso marrón.- Gracias por prestarme el bolso, Aggie.

-No hay de qué -sonreía el mencionado.- A todo esto, ¿de dónde has sacado los botes?

-Del dinero de su tita, seguramente -bufó Ethan.- ¿Nos podemos ir de una vez, por favor?

-Cállate. Sí, ya nos vamos.

•••

Los tres amigos se dirigieron a la estación de metro más cercana al orfanato.
Tan solo eran las nueve, pero aquel lugar estaba desierto al ser las afueras de la ciudad.

-Chicos, ¿y los tickets? -preguntó Agnar, una vez estaban plantados frente a los múltiples tornos.

-¿Qué tickets?

-Los de acceso, Rigel. No pretenderás que entremos saltando, ¿verdad?

El pelinegro miró a sus dos amigos, con el ceño fruncido. Vigiló su alrededor durante unos segundos, y al asegurarse de que todo estaba despejado, saltó el torno, sujetándose a él con ambas manos.

-¡Rigel, joder, las cámaras! -exclamó el rizado.

-Las cámaras me pueden comer la polla. Venga, rápido, daros prisa.

Ethan aprovechó la oportunidad, y saltó el torno detrás de él. Acto seguido, Agnar hizo lo mismo.
Los chicos habían pasado el control de acceso finalmente, y tras bajar las escaleras con rapidez, se subieron al primer tren que pasaba.

-¿Y hacéis esto a menudo? -jadeaba Agnar, recostando su espalda contra la pared del vagón.

-¡Qué va! Es la primera vez, pero ha sido increíble.

★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora