XXI. Dɪsᴄᴜsɪᴏɴᴇs

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"You're watching yourself, but you're too unfair" – Rock N' Roll Suicide (David Bowie)

•••

5 de marzo, 1979

Al día siguiente, la tensión podía cortarse con un cuchillo.
Los amigos se levantaron a diferentes horas, y no se dirigieron la palabra hasta la hora del desayuno.
Ethan, Agnar y Rigel se sentaron juntos en el comedor, como de costumbre. Aunque los tres guardaban silencio.

–¡Oh, vamos, ya estoy harto! ¿Qué demonios os pasa? –estalló Rigel, frustrado.

–¿En serio te lo tengo que explicar? –replicó Agnar, frunciendo el ceño.

–¡No estaría mal, la verdad, te lo agradecería!

–Te recuerdo que, anoche, tu novia se dedicó exclusivamente a hablar mal de de mi amiga.

–Dios, ¿estás así por eso?

–¿Te parece poco? ¡Charlotte dijo cosas muy desagradables sobre Olivia!

–¿Habló mal de Olivia? –interrumpió Ethan, casi por impulso. Seguía enfadado con Agnar por la discusión que tuvieron.

–Vale, no estuvo bien lo que dijo, ¿pero qué quieres que haga? –se excusó el pelinegro.

–¡No le rías las gracias! –chilló Agnar.– Abre los ojos, por Dios. Date cuenta, y habla con ella de una vez.

Poco a poco, el resto de conversaciones en el comedor se fueron disolviendo. Todos centraban toda su atención en la conversación de los chicos.

–Se piensa que tiene a todo el mundo a  sus pies, pero solo es una arpía más –atacó el rubio.

–¿Qué acabas de decir de mi novia? –Rigel se levantó de golpe, apoyando sus manos sobre la mesa.

–¡Lo que oyes!

–¡Repítelo si tienes valor, gilipollas!

De pronto, una de las maestras irrumpió en el comedor. La gente la seguía con la mirada, viendo cómo caminaba furiosa hacia ellos.

–¡Basta, ya es suficiente! –la mujer sujetaba el brazo de Rigel.– Harvey, acompáñeme.

Durante un tiempo, todo se mantuvo en silencio. Y pasados los minutos, se oían susurros.
Ethan no le quitó el ojo de encima a la pelirroja. Estaba claro que había escuchado toda la discusión, y había salido perjudicada.
Por eso, en cuanto acabó la comida, cuando todos se levantaban, el rubio corrió en búsqueda de la chica.
Ella ya salía del comedor, con la expresión triste.

–Oye, Olivia –balbuceó él, nervioso.

–¿Sí? –contestó ella en voz baja, pues se sentía humillada.

–No sé qué ha dicho Charlotte sobre tí, pero seguro que es mentira –confesó, tartamudeando. Su corazón nunca había latido tan rápido.

En el rostro de la pelirroja se formó una pequeña sonrisa.

–Gracias.

–De nada.

El chico estaba a punto de marcharse, cuando su voz volvió a llamarle.

–Oye, Ethan.

–Dime.

–No tiene nada que ver, pero, solo para que lo sepas, Agnar y yo no nos gustamos. Solo somos amigos, ¿sí?

–Sí, lo sé –carraspeó él.

–Estupendo –asintió ella.

–Estupendo –el rubio se despidió de la pelirroja tímidamente, y salió disparatado hacia su habitación.

•••


El rizado se marchó a la suya en cuanto terminó de comer.

Rigel tardó en aparecer, Agnar supuso que porque estuvo siendo regañado por las maestras.
Sin embargo, pasadas un par de horas, el pelinegro irrumpió en la habitación.

–Charlotte dormirá esta noche con Giselle. Se han reconciliado –anunció el recién llegado.

–Eso es bueno –suspiró Agnar, en tono tranquilo.– ¿No crees que nosotros también deberíamos hablar?

El contrario asintió, apoyándose de brazos cruzados en la pared.

–¿Has estado con Ethan? –preguntó el rizado.

–No, no le he vuelto a ver desde la pelea.

–Cuando ha llamado arpía ha Charlotte... sabes que él no lo dice en serio. Solo estaba enfadado por lo de Olivia. Ellos dos se llevan bien, ¿sabes?

–Sí, pero es un cabrón –bufó Rigel.

–¡Ya lo sé! –sonrió Agnar.– Mira, ni tú ni Charlotte conocéis a Olivia, pero ella es una chica increíble. Es muy amable, y muy agradable, y estoy seguro de que te caería bien –suspiró.– No se merece todo lo que le ha dicho.

–Supongo –admitió su amigo.

–Por favor, solo te pido que hables con tu novia. Quizás no se da cuenta, pero sus comentarios le hacen daño a la gente –explicó.– Y, tú no le sigas la corriente, te lo ruego.

El pelinegro se acercó a él, y en un movimiento rápido, lo envolvió con sus brazos. Agnar se mantuvo inmóvil, impactado por dicho abrazo.
Y, por un momento, sus mejillas ardían.
Al igual que su corazón.

★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora