XIV. Hᴇʀᴍᴀɴᴏ ᴍᴀʏᴏʀ

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"Have no fear, the monster's gone" – Beautiful Boy (John Lennon)

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8 de enero, 1979

Todos habían dejado 1978 atrás para darle paso a un nuevo año.
1979 sonaba prometedor, o al menos eso pensaba Agnar.

Aquel lunes, las clases habían terminado para el rizado. Recogía sus cosas una vez finalizada la lección de historia, cuando la Señorita Smith irrumpió en la sala vacía.

–¿Se puede? –preguntó Mónica dulcemente.

Agnar, que se sobresaltó por la llegada de su profesora, asintió con la cabeza, nervioso.

–Sí, claro.

–Perfecto.

La mujer de mediana edad entró en el aula, mirando a su alumno en todo momento.

–Feliz año nuevo, Agnar, ¿qué tal estás?

–Feliz año nuevo. Estoy bien, gracias.

–Me alegra oír eso –afirmó, acomodándose en una de las múltiples sillas.– ¿Puedes sentarte un momento, por favor? Me gustaría hablar contigo.

El rizado, tenso, se sentó en otra silla frente a ella.

–Tranquilo, no es nada malo.

–Vale –murmuró él, más tranquilo.

–Quería preguntarte... conoces a Erick Stevens, ¿verdad? –levantó una ceja.– El bajito.

Agnar asintió con la cabeza nuevamente, recordando al pequeño chico al que ayudó semanas atrás.

–¿Está todo bien con él?

–Por su puesto, no te preocupes. Simplemente me pidió que te diera las gracias de su parte –sonrió Mónica.

–¿Las gracias?

–Claro. Me contó que le ayudaste.

–Ya veo –el rizado se estremeció.– Cualquiera hubiera hecho lo mismo.

–No cualquiera, cielo, no cualquiera –la mujer suspiró, para después retomar la palabra.– Se meten con ese chico desde hace años por, bueno, ya sabes... ser diferente.

–¿Diferente? –reflexionó por unos segundos.– Oh, entiendo.

–Sí, es una lástima –se entristeció la maestra.– Es mi alumno también, y te aseguro que es un buen niño.

–No lo dudo.

–De hecho, vinieron un par de psicólogos a hablar con él. Y otras maestras propusieron someterle a un tratamiento para reconducirle, aunque yo me negué.

–¿Reconducirle? ¡Menuda idiotez! –exclamó Agnar, alzando el tono.– Por Dios, es solo un crío.

La Señorita Smith se encogió de hombros.

–Las cosas funcionan así, Agnar. Por desgracia, no todos piensan como tú y como yo.

Él simplemente se cruzó de brazo, lleno de impotencia.

–Pero, si chicos como tú ayudáis a Erick, estoy segura de que se sentirá mucho más cómodo y seguro –sonrió.– Te ve como un hermano mayor.

–¿Él le ha dicho eso? –preguntó el rizado, sorprendido.

–No me ha dicho nada, aunque no me ha hecho falta para darme cuenta.

Agnar esbozó una pequeña sonrisa.

–¿Tienes hermanos?

–No, soy hijo único.

–Curioso –se incoporó de la silla.– Puedes marcharte. No pretendía quitarte mucho tiempo.

–Está bien, gracias –él también se levantó.

–Hasta mañana, Agnar. Y por favor, pídele a Rigel que me entregue el trabajo cuanto antes.

–Eso haré. Hasta mañana.

El chico finalmente abandonó la sala, sin parar de darle vueltas al asunto.
No dejó de pensar en el pequeño chico, y en todo por lo que había pasado.
Tratamiento y reconducción.
Sonaba aterrador.
Y cruel.
Muy cruel.

★ '79𝚂 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜 ★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora