13. Zephyr, el nuevo reinado.

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Una semana después, el pueblo veía el reinado de Zephyr como un sueño hecho realidad. Zephyr era notoriamente más fuerte que Takeshi e incluso se rumoreaba que no era humano, pero estas especulaciones no molestaban al pueblo; al contrario, le agradaban, ya que su comunidad ganaba cada vez más reconocimiento. Sin embargo, para aquellos dentro del palacio que aún no aceptaban la nueva situación, como Nadia, Axel, Xiao y otros soldados devotos, todo era una tortura.

El verdadero plan de Zephyr era desconocido para todos. Pues solo ha mostrado mejoras para el pueblo y nuevas leyes, además de satisfacerse a sí mismo al tomar concubinas, algo que Takeshi nunca hizo por amor a Nadia.

Mientras tanto, Xiao y Axel estaban encarcelados en lo más profundo de la prisión, custodiados por los mismos guardias que ellos habían entrenado. Nadia seguía con vida, pero debía soportar los múltiples intentos de Zephyr por acostarse con ella. A pesar de su fortaleza, Nadia ya no soportaba más y amenazaba con suicidarse, aunque en realidad no tenía intenciones de hacerlo para evitar desatar guerras. Pero esa determinación en sus palabras engañaba a todos, incluso a Zephyr.

Todo esto ocurría en secreto de los ojos del pueblo.

En el pueblo aún se escuchaban comparaciones entre Zephyr y Takeshi, incluso en aspectos físicos como las cicatrices y en los brazos y rostro que mostraban la lucha de Zephyr frente a la piel joven y aparentemente débil de Takeshi. Estas superficialidades dejaban en la oscuridad la inteligencia y la capacidad de gobernar que Takeshi había adquirido a lo largo de los años.

Las palabras crueles y superficiales del pueblo llenaban a Zephyr de regocijo al mismo tiempo que colmaban de odio y frustración a Mayl, quien hasta entonces había mantenido un perfil bajo. Con cautela, buscó entre aquellos que aún confiaban en Takeshi, investigándolos discretamente para saber a quién acudir en caso de emergencia. En ese sentido, actuaba como una simple samaritana.

En la taberna más concurrida del pueblo se encontraban los guerreros habituales y los clientes fijos que, sin parar, enriquecían al dueño con su dinero.

—¡Demonios, Zephyr! Déjame verte desnudo —gritó Mayl con un vaso rebosante de vino, fingiendo estar ebria y, por ende, revelando sus verdaderos sentimientos.

—¿No era a Takeshi a quien querías ver? —respondieron con voz ebria.

—¡Pervertida!

—¡Cállate! Takeshi ya no está aquí, aunque él es mejor.

—No deberías decir eso si no quieres terminar en prisión—comentó un guerrero ebrio que estaba casi a lo último.

Al escuchar esas palabras, Mayl formó una sonrisa maliciosa y triunfante que solo pudo ocultar dejando que su cabello cubriera su rostro.

—¿Por qué dices eso?—preguntó en tono desafiante.

—Un amigo guardia me lo dijo. El rey no quiere que alguien siga del lado de aquel ex rey—respondió sinceramente sin darse cuenta de lo que había revelado.

Sin dejar de sonreír, Mayl dejó la paga en la mesa y se fue con la bebida aún sin terminar. Había conseguido la información que necesitaba: la confirmación de que Zephyr castigaba a quien no fuera completamente devoto a él.

Ella sabe que lo que aquel dijo lo olvidarán al día siguiente, pero ella lo recordará muy bien. Y con esto en mente sabe que tiene que hacer una visita al palacio.

A la medianoche, cuando ningún alma deambulaba por las calles, Mayl salió de su casa con su capa negra y su máscara tengu, corriendo entre los lóbregos callejones hasta llegar a las afueras del palacio.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora