26. Ya sé lo que soy.

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(una gehena es un
horno de fuego de
la antigüedades).

~• ♝ •~ 

Por más que corrieron, para Takeshi, Nadia y Evangeline era imposible alcanzar la carreta, y solo pudieron ver como se perdió en la lejanía.

—¡¿Qué haremos?! ¡¡se lo llevaron!!—gritó Kattie exasperada su pecho se movía de arriba a abajo por su agitada respiración.

—¡¿Por qué hicieron eso?!—preguntó Evangeline, flotando de un lado a otro con nerviosismo—, ¡¿acaso no estás preocupado por el?!—preguntó exasperada porque Takeshi parecía estar calmado, su vista estaba puesta al camino y no mostraba emoción.

—Por supuesto que lo estoy, pero debo mantener la cabeza fría—Takeshi apretó los puños para conciliar la calma. Estaba más preocupado que cualquiera en ese momento—, sé que encontrará una manera de apañársela, pero... sigamos por la dirección de la carreta con cautela.

Mientras tanto, después de un incierto recorrido para Hikaru, finalmente se detuvieron en una cabaña lamentable que parece ser un tipo refugio para esos secuestradores.

Hikaru no podía ver nada, no podía defenderse; sus ojos vendados y las manos atadas hacia atrás. Además de que sentía una presión en todo su cuerpo debido a lo muy atado que estaba.

Sus sentidos estaban alterados y no sabía por qué, así que dejándose guiar lo llevaron hasta una silla donde allí lo ataron nuevamente con las mismas lianas oscuras del inicio, que un arcano era quien las usaba.

—Que piel tan suave tiene este bardo, ¿no creen que será mejor venderlo?—dijo el arcano recorriendo sus látigos por el muslo y cuello de Hikaru.

—Podemos pedir la recompensa y luego venderlo.

Mientras ellos planeaban su destino, Hikaru forcejeaba para intentar hablar o liberarse, pero todo esfuerzo era en vano.—parece que nuestra gallina de oro quiere decir algo.—comentó el arcano, retirando las lianas de la boca de Hikaru.

Tan pronto como sintió la libertad en sus labios habló con ira: —¿Recompensa? ¿venderme? ¡¿de qué demonios hablan?!

Uno de los hombres tomó una silla y se sentó al revés frente a él.—si te vendemos al Rey Côrges Primero, ¿sabes? El rey de Zifkar. De seguro hará un buen uso de ti, como esclavo o juguete sexual, me da igual, pero me pregunto exactamente cuánto valdrás. —lo miró fijamente de pies a cabeza. Luego sacó una navaja y colocándola en su cuello, exigió: —por qué mejor no nos muestras qué sabes hacer.—todos aceptaron alegres menos Hikaru que había quedado aturdido por la palabra "esclavo".

—Qué... ¿sé hacer? pues... como bardo... se aprenden muchas cosas.—comentó sintiéndose presionado por la navaja.

—Pues danza para nosotros, de seguro a la realeza le gustará tenerte de diversión—rieron luego de eso, pero como Hikaru no tenía intensiones de hacer algo como eso, hicieron un pequeño corte en su cuello como advertencia.

—¡Está bien, está bien! pero para danzar necesitaré que me desaten ¿no?—sonrió tímidamente luego de tragar grueso.

Todos vieron al Arcano que luego de sonreír con satisfacción liberó a Hikaru. Al ya no sentir la presión en su cuerpo, se levantó lentamente, ya tenía sus demás sentidos al cien. Dio un paso hacia atrás para iniciar, luego, guiándose por sus sentidos, dedujo quien era el arcano por la voz, ya que todos solo esperaban para reírse o incluso opinar explícitamente.

Con astucia, dio un paso cerca del arcano, y de manera rápida dio una vuelta para atinarle una patada en el cuello. El golpe lo noqueó al instante y luego de permanecer en el aire cayó al suelo con un ruido seco.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora