2. Princesa Nadia.

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Mientras esperaba, finalmente vio un carruaje asomarse a la lejanía. En ese momento sintió un vuelco en su corazón, se siente nervioso e indeciso de como debería reaccionar. Aun así optó por ir hacia sus padres y esperar el anuncio de que ya han llegado.

─Que guapo te ves─comentó la madre acercando a su hijo para abrazarlo.-, eres todo un orgullo para mí y para tu padre.

Takeshi pretendía actuar hacia ellos con honoríficos en vista de la situación y que pronto estaría entre un asunto importante. Pero al quedar endulzado por las palabras de su madre cerró los ojos y con una sonrisa correspondió el abrazo. El chico sabía que la única razón por la que ella puede decir eso es porque él hace exactamente todo lo que les ordenan enseguida y sin rechistar.

─¡Su majestad! El Rey del reino de Manna, Lord Marcus, junto a Lady Misaki y la princesa Nadia, han llegado.

Todos aguardaban en la sala de reuniones, reservada para invitados de tal categoría, mientras Takeshi se mantenía a la par, cuidando meticulosamente su postura. Cuando la puerta se abrió, su mirada se posó en una niña de aproximadamente su misma edad, con ojos grises que centelleaban como gemas preciosas. Su cabello castaño claro estaba adornado con dos cristales, uno a cada lado. Vestía un atuendo celeste con detalles brillantes, claramente característico de los Manna.

A instancias de su madre, la niña se presentó con una reverencia, a la que Takeshi correspondió de igual manera.

-¿Por qué no salen a dar un paseo y se conocen un poco más mientras los adultos conversamos?- sugirió Tamara dirigiéndose a los dos jóvenes.

La idea les pareció excelente y salieron por la puerta que los guardias abrieron y cerraron tras ellos.

Con astucia, Nadia se aferró al brazo de Takeshi, aduciendo que casi había tropezado y que prefería mantenerse así por miedo a resbalar nuevamente. Esto llevó al joven a una conclusión: Mayl tenía razón.

Takeshi la condujo al patio trasero, donde se encontraba el jardín. No se equivocó al pensar que a Nadia le encantaría el lugar; una gran sonrisa iluminó su rostro mientras admiraba cada flor con ternura y un aura brillante parecía envolverla, mientras la brisa soplaba un poco más fuerte que antes.

Con los consejos de Mayl en mente, Takeshi decidió actuar.

─Veo que te gustan mucho las flores, Princesa Nadia.

─¡Sí! Yo también tengo un enorme jardín donde hay muchas flores, pero hay muchas que yo no tengo allá.

─Que interesante. Entre este jardín existe una flor que se parece a ti. Se llama Luna cristal.

Nadia intrigada pidió verla, Takeshi le señaló cual era, pero la flor solo era un capullo-: hoy no es luna en la que pueda florecer, ella es de Luna llena y solo florece en la noche. Dentro de una semana florecerá.

Ambos estaban bastante cerca, y al percatarse de esto, Takeshi se separó ligeramente, esbozando una sonrisa incómoda. Al notar su reacción, Nadia se acercó un poco más, juntó sus manos y estas empezaron a brillar mientras formaba un objeto. Una vez terminado, se lo entregó desviando la mirada. Takeshi tomó el objeto y se dio cuenta de que era un pequeño corazón creado con cristales que resplandecían en tonos amarillos y azules. Quedó hipnotizado por la belleza del regalo, con una sonrisa en los labios y las mejillas ligeramente sonrojadas, la miró sin decir una palabra.

-Son cristales de Maná. Puedo crearlos de varios tamaños, pero si me excedo me debilito y tengo que descansar. Mi elemento de Maná es el viento, aún no lo controlo bien y se libera cuando tengo emociones fuertes. Eso es lo que mi madre me dijo.-explicó Nadia.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora