42. Reviviendo los recuerdos.

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~• ♝♀ •~

Cada quien pidió un baño, y así las chicas se dividieron de los chicos, aunque Mayl los hizo prometer de un baño Mixto una próxima vez.

Kattie, después de relajarse un rato, salió antes y pasó a la solariega de Mayra para poder hablar a solas.

Allí se creó un ambiente nostálgico al estar a solas. Mayra, al llegar a su puesto giró con gracia hacia ella. girando los largos pliegues de su túnica.—lo que pasó esa vez... al menos muchos pudimos refugiarnos en un lugar seguro y sobrevivir. Luego de tal ataque buscamos a los muertos y le dimos un funeral digno.
Están al este... por si...

—Sí, mi madre murió protegiéndome.—se quitó la diadema mientras que Mayra la miraba estupefacta.—me hizo camuflarme entre los humanos.—volvió a colocársela y expresó con gratitud—: me alegra tanto que hayan enterrado su cuerpo. Muchas gracias.

Mayra desvió la mirada mostrando indiferencia.—También encontré a Pam, pero no a su hijo.

—Felix...—murmuró.—Felix podría estar... ¿vivo?

—Si tú, y otros somos sobrevivientes a ese ataque. ¿por qué ese niño no?

El silencio gobernó por unos minutos mientras mantenía la mirada baja recordando a su amigo, pero no podía recordar su voz.

Mayra interrumpió la nostalgia al aclararse la garganta y comentar: —no es que me importe ni nada por el estilo, ¿pero dónde estuviste todo este tiempo?

—Sirviendo a la Reina.—dijo con alegría.

—¡¿Esclava?! La realeza es tan despiadada...

—¡No, no! La verdad... la reina es muy buena, aunque a veces al rey le entra la corrupción... es bueno, creo.

—Bueno, me alegro. Eres una mujer hecha y derecha. Deberías retirarte.—le dio la espalda.

—Gracias de nuevo, señora Mayra.—salió de allí. Todos ya estaban saliendo también.—¿les gustó?

—Lugar místico sin duda.—Cyrus cruzó los brazos hacia la espalda mientras inclinaba su cabeza hacia atrás—, incluso el lobito se durmió.—silvó después de eso.

—¡¡Cállate!!

Las chicas también salían relucientes luego de relajarse.

—¡Me muero por ir a los baños mixtoooos!—manifestó Mayl con gracia en sus palabras.

—El puma que Cyrus le tatuó... le queda tan bien...—comentó Eva.

—¿Lo quieren ver?—sonrió de oreja a oreja.

El ambiente animado alegraba a Kattie, pero un sentimiento de tristeza la asecha desde que habló con Mayra. Luego de que Takeshi colocara el lugar de reencuentro, Kattie se despidió y fue al este, siguiendo sus recuerdos. En la entrada del cementerio estaba la imponente estatua de Anubis, y más atrás las innumerables lápidas.

Caminó entre ellas por un largo rato leyendo una por una, entre ellas encontró el nombre de muchos los cuales conocía, hasta que finalmente lo encontró: Arttie Andrews.

Al verla su respiración se detuvo, aunque no tenía dudas, ahora tenía pruebas de su muerte. Cuando recuperó el aliento se arrodilló ante la lápida con una expresión triste y comenzó a hablar: —Hola, madre... Cuánto tiempo... Jeje.

Guardó un momento de silencio, leyendo y releyendo el nombre. Suspiró y siguió hablando: —mira, estoy bien. Soy una cazadora ahora, aunque para los humanos. Pero de verdad estoy bien, gracias a ti. Vi muchísimas cosas, pasé por un templo peligroso, fastidié hasta molestar a mí celoso compañero... ¡tengo nuevos amigos!, y... y... trabajo para la realeza...—bajó la mirada, apretando sus puños sobre sus piernas—te extraño...

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora