22. Recuerdos de una caracal.

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—¡Un nuevo día para mí!—me bajé de la cama con un salto, corrí a cepillarme el cabello rápidamente y hacerme una coleta, para finalmente, dirigirme hacía mí mamá, dando pequeños saltos de alegría.—¡Mami!—corrí a sus brazos, aunque mis manos no alcanzan para rodearla, me dejé sumergir en su pelaje y su cálido abrazo.

—¿Dormiste bien, mi niña?—preguntó, acariciando con suavidad mí cabeza.

—Sí, de maravilla.—me separé un poco de ella mostrando mí mejor sonrisa.—:iré con la señorita Mayra para ducharme.

—¿No prefieres que lo hago yo?—lamió mí frente apartando un poco mí cabello.

—S-si... pero es que... hoy me comprometí para ayudar a la señorita Mayra... sabes... así que creo que será después.—sonreí forzado.

Mí madre me miró con una sonrisa amable mientras asentía.—: cuídate y vuelve pronto para desayunar.

Asentí y bese su "mejilla", a paso apresurado me dirigí hacia los baños, es decir, el lugar de trabajo de Mayra.

En dirección hacia allí saludé a muchas bestias que vivían sus vidas normales, vendían, compraban, jugaban y hablaban. Mamíferos y reptiles viviendo en completa armonía.

—Buenos días señorita Mayra—saludé abriendo la puerta dadivosa—, Buenos días, Pam.—es su ayudante.

Mayra, una mujer gato que tiene un baño de aguas tibias. Al ser una hembra que le gusta la limpieza (aunque pasa más tiempo acicalándose con su lengua), quiere que todos se mantengan limpios tomando un baño tibio, ya que ella odia el agua fría. Y pam, es una puma que trabaja aquí.

—Vengo a asearme, ¿Qué tengo que hacer para pagarte?

—Solo límpialo después de que termines.—respondió rápidamente.

—¡Esta bien!—tomé un cepillo y esponja antes de entrar.

Mayra siempre me permite bañarme aquí siempre y cuando haga algo como paga.

Dejé las cosas y mí ropa en una esquina y entre envolviendo mí cuerpo en una tela.

Es relajante, mucho mejor que el agua fría de los lagos. Además de que no me gusta cuando mi madre me limpia, porque este cuerpo no es como el de los demás. El pelaje absorbe la humedad y se seca bastante rápido dejándolos limpios, pero en este cuerpo, en las partes sin pelaje la saliva no parece secarse igual, y solo queda una sensación pegajosa e incómoda.

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Al rato salí, dejando todo impecable, además de que enjuagué mí boca con un agua especial de menta y otras plantas.

—¡Gracias señorita Mayra. Adiós Pam!—me despedí con una mano antes de salir.

Nuevamente caminé dando pequeños saltos, pero me detuve al sentir como alguien acarició mis orejas y en susurros dijo: —Hola, Kattie.

De un salto me alejé de él, cubriendo mis orejas con mis manos. Aunque mis manos no son suficientes para tapar lo grandes que son.

—¿¡Qué te pasa Félix!?—sabía que era él. El segundo semi—humano que vive en Betsheim. Un macho de mí edad, mitad puma, hijo de Pam. Característico de un puma: pelaje negro y brillante con ojos verdes y mirada feroz. Él tiene pelaje en la cabeza, en todo el brazo hasta llegar al cuello y una parte de su pecho, al igual que en las piernas como si fuesen botas. Obviamente tiene orejas y cola, la cual la mueve como una serpiente; como si se estuviese preparando para cazar.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora