44. Recuentos de Cyrus.

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-Ha nacido un niño al que no se le ha puesto nombre. ¿Por qué? Porque no sé sabe si sobrevivirá.

Al pasar de unos meses el niño creció saludable siendo considerado una bendición y un milagro.

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«Ahora que lo pienso nunca tuve amigos, nunca he hablando con alguien de mí edad, ni siquiera los he visto, ¿por qué?».

-¡MAMÁ! ¡MAAA!-llamé mientras corría por la casa.-¡Ma...MAAAA!-entré al laboratorio de alquimia donde estaba seguro que estaría.

Al entrar, ella colocó con frustración el frasco que usaba en el estante y clavó una mirada furiosa en mí. Parece que le hice invertir más sustancia de la que necesitaba.

-¿Qué quieres?-habló estresada.

-Ah... Yo... lo siento... te llamaba pero no te encontraba...-retrocedí.

-No te preocupes. Dime qué quieres.

-Pues... es que yo... quisiera salir a jugar, quisiera jugar con niños como yo.

-Ya te dije que no puedes. Aquí no hay niños.

-¿Pero por qué..?

Mí madre suspiró con estrés. Aunque suele ser muy buena conmigo, se enoja con facilidad. Bajó la mirada y negó con la cabeza.-¿Ya te aprendiste las leyes de los signos de la torre?

-Eem.... un poco... Aún no me aprendo el orden.-desvié la mirada mientras jugueteaba con mis dedos, quería evitar su mirada aterradora.

-¡Y cómo pretendes querer salir si no haz hecho tus tareas!

-Yo... perdón...-miré al piso con vergüenza, pero es que ese tema me aburre, lo estudio todo el tiempo. Son siete años en los que nunca he visto a algún otro niño, solo adultos que me hablan y miran de manera extraña, no de mala forma, más bien me dan muchas cosas y eso me gusta.

Sin alzar la mirada escuché sus pasos acercarse a mí. Creí que iba a regañarme más fuerte así que cerré mis ojos con fuerza. Sin embargo, lo que sentí fue una suave caricia en mí cabello, lentamente abrí mis ojos y vi el rostro de mí madre frente al mio con una linda sonrisa.

-Si te los aprendes hoy te prometo que tú, tu padre y yo, saldremos a la playa a jugar contigo. ¿Te parece?

-¡Sí!-rápidamente corrí a mí habitación a estudiar. Me acosté en la cama con el pergamino al frente y leí repetidas veces hasta aprender. Pero no era fácil, es información con palabras extrañas, además de muy largas y confusas.

Luego de un rato la vista comenzó a pesarme y la cabeza me dolía mucho.

«Creo que no podré salir a jugar hoy»-suspiré, apoyé los brazos de la ventana y mí rostro de ellos. La vista de la playa desde aquí es hermosa y todos los días la veo.

-¿Ya está listo?-dijeron en vos baja. Desde mí ventana pude escucharlos y con curiosidad miré a ambas partes en busca de la conversación.-sí, pronto iremos. Esperen un par de horas.-cuando finalmente los encontré, ya habían dejando de hablar, pero era un hombre adulto quien hablaba con mi madre en la puerta. Él finalmente se fue y mi madre entró a la casa.

-Me pregunto de qué hablaban. Pero no es asunto mío. ¡A estudiar!-sostuve el pergamino con decisión, ahorita sí o sí me lo aprendo.

Pero pasaron solo minutos cuando mis padres entraron a mí habitación mostrando una sonrisa de oreja a oreja: -ven Cyrus, vamos a la playa.-extendieron su mano hacia mí.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora