19. Ingreso.

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Ese mismo día, en la noche, después de comer e irse a dar una baño en el lago, decidió ir a la casa que le prestaron.

Con anterioridad, Elowen le había informado que el sabio quería verlos por la mañana y que no anduvieran por afuera en la noche ya que como aún hay miradas de sospechas entre los elfos, es mejor que no empeoren su situación haciendo algo que les podría parecer sospechoso.

Al llegar a la casa, aunque le costó recordar cuál era, entró y allí estaban Kattie y Hikaru jugando ajedrez con piezas de madera talladas al igual que el tablero. Kattie, al verlo llegar, lo saludó de forma efusiva, retándolo a una partida después de terminar la que habían empezado. Mientras tanto, Hikaru lo miró de reojo y apenas lo saludó con voz apenas audible.

Takeshi gentilmente declinó la invitación de Kattie y se retiró a recostarse después de masticar una hoja de menta.

El tiempo pasó y Takeshi no podía conciliar el sueño. Observaba el nido de pájaros fuera de su ventana, las estrellas titilantes, así como los sonidos apacibles y aterradores del bosque. También escuchó el grito de victoria de Kattie al ganarle a Hikaru, y luego notó la oscuridad que se filtraba por debajo de su puerta al apagarse las linternas.

Sediento, decidió salir en busca de agua y entre la oscuridad vio a Hikaru, cuyos ojos brillaban débilmente.

—Lo de que la característica principal de un Aguamar sea el brillo de sus ojos no parece ser tan literal hasta que se ven de noche.—susurró Takeshi.

Hikaru esbozó una leve sonrisa, mostrando su desánimo, algo que a pesar de sus intentos por ocultarlo era evidente para Takeshi, quien lo conocía desde hace tantos años.

—Has estado actuando extraño, Hikaru, ¿pasa algo?—preguntó acercándose unos pasos hacia él.

—¿Extraño? A mí no me pasa nada.—reprochó Hikaru.

—¿Qué sentido tiene mentirme?—desafió Takeshi con los brazos cruzados.

Tras un suspiro cargado de pesar, Hikaru murmuró: —Ninguno.

Takeshi se acercó a él y en silencio esperó a que Hikaru le confesara qué era lo que le sucedía. Por su presencia, Hikaru se sintió obligado, casi ordenado a hablar, y manteniendo el contacto visual tan solo por unos segundos, en voz baja confesó:

—Quedé atrapado en el templo con Thalassar, en un laberinto que cambiaba sus caminos. En un momento se descontroló abriéndose paso él mismo rompiendo sus propios muros. Si no hubiese sido por Thalassar, ahora estaría muerto. Muerto por no poder ver lo que se aproximaba a mí. Y es que si soy incapaz de valerme teniendo que fingir estar ciego... ¿Cómo pretenderé protegerte a ti? Si fui un estorbo para Thalassar hasta que revelé el secreto... ¿Qué me hace pensar que no te estorbaré?

Las preguntas impuestas estaban cargadas de sentimiento y, después de expresarse, se levantó estresado y caminó hacia la ventana para tomar aire.

Takeshi, por su parte, percibió con absoluta claridad los sentimientos de Hikaru. Aunque habían abordado este tema en el pasado, la distancia que los separaba le recordó la conversación previa:

—No necesito que te sacrifiques por mí. Supliqué a mi padre para asegurarme de que nadie te hiciera más daño. Fue mi decisión, pero también fue la voluntad de Elizabeth, y estoy seguro de que también fue la voluntad de tus padres.

Hikaru guardó un silencio absoluto hasta que, con visible frustración, se volvió hacia Takeshi:

—No necesitas repetirlo, lo entiendo perfectamente. Pero entiéndeme a mí ahora. Pretendo cumplir la promesa que hice años atrás—(Tras unir puños en un gesto solemne en privado, y tras inclinarse ante él en publico, Hikaru prometió proteger a Takeshi como su asistente personal)—, lo hago porque quiero, porque no pude salvar a mis padres, a mi abuelo, a Eli... porque no tenía el poder para hacerlo. Y no permitiré que eso vuelva a suceder contigo. Crecimos juntos y, debido a nuestro estatus, es incorrecto decir que te veo como un hermano, pero es la verdad. Así que si soy débil, mejoraré. Protegeré a la familia que me queda.—concluyó Hikaru con una leve sonrisa antes de despedirse con un "descansa" y retirarse a su habitación.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora