El graznido de los cuervos resonaba a lo lejos, anunciando su búsqueda de alimento. A pesar de la temprana hora, el sol se asomaba por el este, pintando el cielo con tonos dorados.En silencio, se levantó. Todos compartían un hospedaje en una casa de rocas de tres niveles. Se preparó rápidamente y salió al exterior.
Al abrir la puerta, se encontró con la imagen de Hikaru meditando junto a la raíz de un abeto cuidadosamente preservado.
—De todos, era a Hikaru a quien menos deseaba encontrarme en este momento.—pensó para sí mientras se acercaba a él.—. ¿Desde cuándo meditas?—preguntó con curiosidad.
—Una vez me dijeron que era efectivo para canalizar el estrés. Nunca le vi sentido, pero ahora veo que funciona.—respondió sin abrir los ojos.—: Los demás estaban hablando sobre tus planes—continuó, abriendo lentamente sus ojos en dirección a él—, solo ten cuidado, ¿sí?
Takeshi sonrió con confusión y asintió dubitativamente.—Has estado bastante extraño estos últimos días.
—Bueno... es que he estado reflexionando sobre algunas cosas. No son de gran importancia, pero por eso no intento detenerte ni reprocharte. Eres muy inteligente y capaz, por eso confío en tus decisiones. Si haz decidido ir solo, estarás bien.—dijo antes de retomar su posición de meditación, indicando que había terminado de hablar.
—Gracias.—murmuró apenas audible, esbozando una sonrisa que Hikaru no alcanzó a ver.
Siguió su camino y como en una pequeña fila de rocas estaba Kattie bañándose con los leves rayos del sol, decidió no molestarla. Finalmente, Takeshi se adentró en las profundidades de la montaña rocosa, enfrentando terrenos traicioneros y peligrosos; las rocas que aparentaban firmeza eran las primeras en intentar hacerlo caer, así como en ocasiones las rocas musgosas al filo del declive eran la única ruta. El viento silbaba a su alrededor y el sonido de sus pasos resonaba en las paredes de roca, los cuervos volaban por su cabeza y no dejaban de seguirlo en cada paso que daba. Pronto, se encontró rodeado por una manada de bestias en una zona donde abundaba los restos de huesos humanos.
«Me dijo que habitaban en la cima. Así que estas no deben ser, sin embargo las revisaré de todos modos».
Las bestias rugieron con una furia desenfrenada, con garras afiladas y ojos centelleantes llenos de hambre. Takeshi sabía que estaba en terreno peligroso y que para las bestias era su mejor trampa. Con su espada desenvainada, se enfrentó a las bestias sin importarle el terreno.
El combate fue feroz y despiadado. Takeshi luchó con todas sus fuerzas, esquivando embestidas mortales directo a partes vitales, y contraatacando con habilidad. Pero si vencía a una aparecían dos, sin duda una manada tan grande que parecía estar en una cueva de hormigas. El cansancio pronto se apoderaría de él, así que mientras aún luchaba, miraba con más enfoque la zona. Una pequeña cueva mas arriba parecía ser un lugar seguro.
Mientras evadía llegó hasta aquella pequeña cueva en la que era tan estrecha que solo cabía él. Con furia las bestias rasguñaban la entrada, metían el osico intentado alcanzarlo. Pero era inútil.
Takeshi se arrastró tan atrás como pudo mientras veía como una de las bestias más persistente intentaba entrar.
Con cautela se acercó, sacó un cuchillo que tenía guardado en la bota y se lo clavó en la cabeza, no dejó de presionarlo hasta que esta murió.
El cadáver le sirvió para trancar la cueva por un rato, hasta que el oxígeno de esta se acabó y fue obligado a salir.
Cuando salió ya no habían bestias, en cambio, los cuervos se comían los cadáveres. Aliviado abrió el estómago de una de las bestias muertas y lo revisó, pero no era la bestia que necesitaba.
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Luang. De Lord a plebeyo.
Aventure¿Conoces la traición? Puede que sí, ¿pero conoces la verdadera traición? Una traición que va más allá de lo emocional o simple rechazo. Takeshi experimento tal traición de parte de su pueblo, quien a pesar de su diligencia, exigencia y esfuerzo para...