53. Impostora.

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Los cristales incrustados en toda la pared y suelo se estaban opacando, oscurecidos como la azurita cuando hace contacto con veneno.

—Es que esto me trae tan mala espina...—comenzó a bajar las escaleras con Ryuko a su lado, siendo sigilosos con cada paso.

—¿Y de quién crees que sea esto?

—De Nadia...

Siguieron descendiendo, adentrándose cada vez más a la oscuridad de ese sótano. Cuando finalmente llegaron, divisaron entre la oscuridad una tenue iluminación al fondo. Completamente intrigados se acercacaron a ella, donde vieron el origen de los cristales: Nadia.

Ryuko rápidamente jaló a Mayl y la puso tras él, pero su alarma se apaciguó un poco al ver su estado herido y amordazado, quedando estupefacto y confundido. Por otro lado, Mayl se acercó enseguida al reconocerla, afirmando que la otra no era ella.—¡sabía que algo no encajaba!—se acercó y tocó los cristales que cubrían gran parte de su cuerpo, al tacto, estos reaccionaron y brillaron levemente en rojo oscuro, reflejando el color de su cabello y personalidad.

Nadia suspiró al sentirlo y abrió los ojos lentamente fozandose a levantar su vista, aunque solo miraba siluetas borrosas.—esa voz... ¿Mayl?

—¡Nadia! realmente eres tu...—intentó apartar los cristales pero fue en vano para ambos—. ¿Cómo... puedo ayudarte?

—No... es mi fuerza abandonandome... un Manna... cuando está a punto de morir... se libera todo su poder hasta que no quede ni una gota...

—¡¡Pero no puedes morir!!, no cuando Takeshi por fin está aquí...

—¿Está... aquí..?

—¡Sí!

La mirada de Nadia se llenó de vida por un momento, pero luego volvió a recostar su cabeza del piso y dijo: —lastima que no podré verlo...

—¡¿Qué?! ¡no! Debe haber alguna forma de sacarte... ¡¡¡buscaré a Cyrus!!! solo...

De la oscuridad emergió una voz sutil que hizo que todos se giraran de inmediato. Era Aris, quien los había estado observando desde las sombras, pero solo ahora se atrevía a acercarse, manteniéndose invisible hasta ese momento.

—Y-yo... sabía que algo iba a salir mal... Quería traer a su amiga, la de cabello azul, y lo hice. Solo que... está... un poco... rara—dijo, abriendo su mano para mostrar una pequeña arañita que caminaba de un lado a otro, como si estuviera mareada.

Mayl se acercó rápidamente, consciente de que Evangeline era la única esperanza para Nadia en ese instante.—¿Evangeline?

Evangeline volvió a su forma original, pero parecía inestable. Su mirada estaba perdida, su cabello había oscurecido ligeramente y no podía pronunciar palabra alguna.

—¡¿Eva?!—exclamó Mayl, sujetándola de los hombros y sacudiéndola con preocupación mientras los cristales seguían esparciéndose a su alrededor. Aris se arrodilló junto a Nadia y Ryoku, alentando suavemente a Nadia para que aguantara un poco más.

—¡Eva! Demonios... si estás mal sabes que puedes revitalizarte...—dijo Mayl, mirando a Nadia; estaba en peligro si no recibía ayuda de inmediato. Volvió su atención hacia Evangeline y le dio varias cachetadas para intentar despertarla.—¡Demonios, es-tú-pi-da ninfa, re-ac-cio-na de u-na vez!

—¡Ah!—Evangeline pareció recuperar la cordura por un instante. Sin previo aviso, empujó a Mayl y se arrodilló frente a Nadia. Aunque aún estaba inestable, logró concentrar sus esfuerzos y colocó sus manos cerca de ella. Usó el poco poder que le quedaba para devolverle fuerzas a Nadia, aunque no pudo curar sus heridas. Finalmente, cayó exhausta al suelo.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora