33.Combinación prohibida.

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~En el reino Necro de Nigromancia~

—Lilith, algún día heredarás este reino.—dijo la emperatriz mostrando su reino a Lilith desde un lugar alto.

Madre... Te prometo que lo haré bien.—respondió Lilith con alegría. Observaba con gran asombro todo a su alrededor. Las grandes casas, la hermosa luna y su cielo rojo.

Pero cuidado con aquel que controla el décimo, undécimo y duodécimo símbolo de la torre maldita. Ellos pueden conseguir todo.

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Lilith, véngame. Lilith, Lilith.

Lilith...

—¿Mí Emperatriz, Lilith?—llamó Merk.

Lilith abrió lentamente sus ojos y divisó una silueta borrosa de Merk. Intentó levantarse pero inmediatamente sintió una punzada en su abdomen que la hizo jadear.

—Mi emperatriz, no se levante por favor.—exigió Merk, sujetando con delicadeza su frente, apartando el cabello de la misma.—me alegra que estés mejor, estuve muy preocupado.

—Merk... ¿Qué pasó?—preguntó forzándose a hablar.

—Perdóname, fue mí culpa, no pude protegerte de ese ataque porque... fue tan repentino.

—No... no te preocupes... sigo viva.—tocó su abdomen y sintió el vendaje en él. No tenía ropa del abdomen para arriba y su cuerpo se cubría por el vendaje.

Suspiró y frunció los labios con hastío.—¿Qué pasa?—preguntó Merk.

—Ese tal Zephyr... ese nombre me parece conocido. Nuevo rey...—hizo una mueca de dolor, su cabeza comenzó a doler tan fuerte que escuchaba palpitaciones.

—¿Lilith?—llamó angustiado, escuchó cada jadeo de ella y vio cada gota de sudor recorriendo su cuerpo.—espera, traeré mas agua. Tomó el pequeño balde que usaba para remojar el pañuelo y se fue rápidamente.

—Zephyr...—susurró Lilith, entre abrió sus parpados y todo a su alrededor era completamente borroso.—:undécimo... duodécimo... renacer... y... eternidad...—con mareos y dolor en su cuerpo, sobretodo en la cabeza y abdomen, decidió levantarse con pasos lentos y torpes. Teniendo ese nombre en mente la cegaba de cualquier discapacidad física que pudiese tener.

Logró llegar al balcón y allí alzó sus alas, sin pensarlo puso un pie en la orilla y se dejó caer. Planeó con dificultad hasta la biblioteca de su palacio, entró por la ventana pero a su vuelo ser inestable, cayó al suelo con fuerza.—renacer... eternidad...—su mente solo repetía esas palabras.

Se levantó del suelo apoyándose de sus brazos. El vendaje de su abdomen estaba manchado de sangre indicando que la herida que no se había sanado en su totalidad había sido abierta nuevamente, pero eso a ella no le importó, es más, ni se percató.

Con traspié caminó entre los pasillos de la biblioteca, sujetándose de las estanterías para no caerse. Mantenía la mirada baja para no marearse, usando solo su memoria para guiarse a través de los pasillos.

Llegó al final, allí se detuvo y alzó la mirada para encontrar el libro que quería. Lo divisó rápidamente y aunque estaba muy arriba alzó sus alas para llegar hasta allí. Pero su vuelo era torpe y cayó a la mitad, golpeándose la espalda contra el suelo, aumentando la herida de su abdomen. Con perseverancia se levantó de nuevo, su vista estaba borrosa y el dolor de la cabeza había incrementando junto al sonido de un pitido, pero aún así, sabe dónde se encontraba aquel libro y nuevamente alzó vuelo hasta allí.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora