21. La cabaña del bosque.

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Ante ellos, una entrada bastante pintoresca pero a la vez sombría. ¿Cómo es posible? Árboles llamativos de trocos gruesos, corteza marrón oscuro, hojas carmesí como la sangre junto a otras más fosforescente que hacían un contraste de iluminación y oscuridad. Lianas colgando en algunos árboles y niebla pasiva que llegaba al nivel de la cintura.

—Que aterrador.—opinó Hikaru mientras se adentraban.

Las raíces eran grandes y extensas, así que caminar por allí era como una pista de obstáculos. Al mirar al cielo era como si una capa quitara el brillo del sol, volviéndolo opaco.

—Dicen que este bosque era de un hermoso color verde, pero la sangre de las personas se infiltró en las raíces, por eso tomó el color carmesí.—comentó Takeshi sin mirarlos.

—Vaya.—exclamó Hikaru. Pero Kattie no dijo nada en absoluto.

—¿Qué opinas Kattie?—preguntó Takeshi enfocando su vista en ella.

—Ah... Ilógico y exasperante.—respondió sin ánimo y sin hacer contacto visual.

Suspiró, obstinado por sentir tanta tensión.

Siguieron su camino esquivando las raíces. Los gruñidos de las bestias eran lejanos, la ululación estaba vigente en todas partes aunque era de día. Pero todo se fue agravando mientras oscurecía.

El bosque era interminable a pesar de haber caminado sin descanso. No querían detenerse, el bosque es anormalmente peligro en la noche y por doquier encontraban huesos humanos.

—Ya está anocheciendo Takeshi.—anunció Kattie resaltando "Takeshi" para aclarar que solo hablaba con él.

—A lo lejos puedo ver luces amarillas—Hikaru señaló la direccción—, no parece una salida ya que es solo un pequeño punto, pero podría ser una casa.

—¿En este lugar?—alzó una ceja mientras hacía una mueca—, la persona de allí estaría demente. Pero no tenemos opción, se hará de noche.

Decididos siguieron apresurados hasta allá, contra reloj, el camino parecía cada ves más largo e infinito, pero finalmente los tres pudieron divisar una pequeña cabaña.

Takeshi tocó la puerta apresuradamente, con rapidez la puerta se abrió dejando pasar el frío de afuera así como a Takeshi, Hikaru y Kattie. Luego, la misma que abrió cerró la puerta bruscamente.

Era una anciana, más pequeña que Kattie. Sus arrugas eran notorias en cada parte de su piel, y su cabello completamente blanco y gris por las canas. Aún así, el atuendo de vestido acogedor color fucsia y azul le quedaba bastante bien y no necesitaba un bastón para caminar.

A pesar de que su sonrisa era tan tierna como aterradora, Takeshi decidió hablar primero.—muchas gracias por acogernos, señora..

—Evangeline.—respondió con una sonrisa mientras abría los ojos mostrando en esas iris rojas: malicia. Y Añadió: —pero tu, tu amiga y tu esposa me pueden llamar Eva.

—Ya va.—exclamó Kattie dando un paso al frente.—: no soy su esposa, pues él ya está casado y hay que respetar eso.—solo le avergonzó pero no lo admitió.

—No me refería a ti, jovencita.—aclaró la anciana.—: me refería a su esposa ciega.—Takeshi suprimió una risa ante esas palabras.

—¡¡Eh!! ¡¡Pero soy hombre!!—defendió Hikaru, exasperado e inusualmente avergonzado.

La anciana rió maliciosamente.—lo sé, solo estaba bromeando.—dicho eso, caminó hacia la cocina.

—Jaja, Abuelita vacilona.—comentó Takeshi mientras reía descaradamente.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora