51. Solo uno vivirá. Parte 2.

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Como un cazador experto, Hikaru se deshizo de todas sus presas, caminando con cautela como alguien invisible entre las casas en medio de la guerra. Un tiro era suficiente para matar a todos aquellos que estaban mínimamente desprotegidos, a los heridos que se refugiaban entre los callejones y los arqueros y guerreros que preparaban emboscadas en lo alto de los tejados.

Su caminar era lento y sigiloso, no dejaba ni las huellas de sus pasos, pero los enemigos que lograron ver la esquina de su gabardina roja desaparecer entre la oscuridad del pasillo, supieron de inmediato que era una amenaza potencial para sus estrategias. Así que se decidieron a matarlo.

Siguiendo el rastro de cadáveres entre los callejones, y luego de un buen rato lograron acorralarlo quedando en el centro de ellos y una taberna. De poder subir al tejado no podría ir a otro lado.

Hikaru se mantuvo serio e indiferente, viendo como está rodeado, recordando las múltiples veces en la cual ha sido rodeado y sabe que se pondrá peligroso.

Soldados de armaduras de hierro y espadas se quedaron al margen solo deteniendo su huida, mientras que un jinete se acercaba, su caballo marrón dando pasos firmes y lentos. El jinete era de rango mayor, tenía menos armadura que los soldados, pero más experiencia y movilidad.

-Puedes entregarte y no te mataremos, es una oferta que te hago solo por ser tú.-su voz estaba llena de imponencia y sinceridad, todo él estaba lleno de soberbia pero aún mantenía el profesionalismo.

-Mmmm-puso su mano en su mentón mientras lo miraba fijamente con los ojos entrecerrados-, eres el... comandante de caballería, Lord Cédric. Pero veo que te has salido un poco de tu rol al comandar a la infantería.

Cédric rió un poco antes de contestar: -veo que aún tienes la mala costumbre de llamar Lord a todos tus inferiores. Aunque ahora no eres más que un mercenario, recuerdo que siempre lo hacías.-negó con la cabeza mientras reía al recordar, luego, esbozó una sonrisa maliciosa en él-. En cuanto a la "infantería", no soy estúpido, sé lo escurridizo que eres; pasarías bajo las patas de los caballos con facilidad.

-Puede que tengas razón...

Cédric asintió y resoplió, sabiendo el procedimiento lo repitió: -Bien, Hikaru Yamamoto, tus actos fueron traicionar al rey, participación de una revuelta contra él y en su proceso asesinar, tus actos no tienen cavidad para un juicio, serás ejecutado ahora mismo.

Los guerreros se lanzaron hacia él como lobos hambrientos, pero Hikaru se movía con la agilidad de un pez en el agua. Sus flechas volaban con precisión mortal, cada una derramando sangre en el campo de batalla. Usando los listones del bar como escudo, se defendía de los ataques que llovían a su alrededor. Sin embargo, sabía que para romper las defensas de sus adversarios necesitaba usar su flecha más poderosa, un proyectil que drenaba lentamente su energía y hacía que su cuerpo se sintiera cada vez más pesado.

La fatiga comenzaba a apoderarse de él y, mientras buscaba desesperadamente una salida, una idea oscura cruzó su mente: debía destruir la motivación de sus enemigos. La única forma de hacerlo era acabar con Cédric.

Con un rápido vistazo, sus ojos se posaron en su caballo marrón. En un instante de determinación, tensó su arco hacia la montura y disparó con una velocidad inesperada. Pero la flecha surcó el aire y pasó por encima del caballo ya que este estaba sin jinete, dejando a Hikaru aturdido y confundido. En ese momento de distracción, escuchó pasos acercándose rápidamente.

Luang. De Lord a plebeyo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora