Capítulo 32: " perdición o salvación"

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Si le pidieran elegir su peor noche, Louis Tomlinson escogería, sin temor a equivocarse, la del día anterior. Ni siquiera sus derrotas más amargas en competencia le habían causado tanto dolor como el que su amado ángel le provocó con su grosero modo de actuar, ese que lastimó a ambos... y continuaría lastimándolos si él no buscaba una solución. Porque sí, Louis no se quedaría de brazos cruzados viendo cómo la bulimia, disfrazada de necedad y malos impulsos, se lo arrebataba.

No. Harry era su serendipia, la persona que lo llenó de una indefinible plenitud con unas simples sonrisas cargadas de genuidad; besos con sabor a cereza; y miradas tan preciosas arraigadas con el precioso color de la primavera. Ese ángel terrestre lo hizo sentirse amado; sin embargo, algo en la ecuación no cuadraba. Pues este ente celestial humanizado en un hermoso muchacho de mirada triste, estaba herido ... y esa desolación emocional lo estaba salpicando a él. A Louis .

En un punto de su efímera agonía, misma que se produjo gracias a la insolente carencia de sueño que le atiborraba su sentir, llegó a pensar que Harry no lo amaba . Estuvo a un instante de rendirse ... tirar todo a la profundidad de un oscuro abismo , y entregarse por completo a la idea de mirar hacia adelante, sin la presencia del muchacho que tanto amaba. Y cuando mirase hacia atrás: verlo como una bonita ave de paso ... esa que surcaba el azulado firmamento, combinando a la perfección con sus dos hermosas y apagadas esmeraldas. Aún así, el sencillo pensamiento de perderlo le calcinó el alma a la velocidad de un destructor siniestro en pleno apogeo del verano. No. Se negaba a dejarlo volar. Se aferraría a él como un imán se adhiere al hierro. Porque lo ama.

Y fue solo al caer la madrugada que todo comenzó a tornarse claro, como la luz de la pálida luna que se filtró a través de sus cortinas. En ese mismo momento, comprendió que su niño amado había tocado fondo. Lo recordó gracias al momento en el que todas las malas emociones se le acumularon, obligándolo de esa forma a sacarlas con gritos y golpes. Estos reflejaron su estado más deplorable Y no lo iba a abandonar. No. Él estaría ahí cuando a Harry se le acabara el oxígeno ... cuando este tomara impulso hacia la superficie, misma que solamente puede conseguirse tocando fondo. Ese empuje le brindaría la oportunidad de respirar un nuevo aire; uno que no duela. Uno que le permitiera a los dos forjar , dentro de toda su pureza, un nuevo porvenir .

-No me voy a rendir, mi amor .

Expresó con un tono de voz bastante suave, hablándole a la ausencia de su bonito rizado , en la espera que este atravesara el pasillo que lo conduciría a su camerino. Louis estaba allí; frente a la puerta de ese vestidor, con sus manos tras la espalda, recostando todo el peso de su cuerpo en aquella fría pared. Sus ojos permanecían levemente cerrados, tratando por medio de esta acción descansar un poco su fatigado cerebro. En ningún momento dejó de maquinar un sin número de cavilaciones, algunas buenas; otras, no tanto. No obstante, era su corazón quien le mandaba un brillo de esperanza, una chispa. Que resaltaba en medio de toda esa amarga tiniebla en la cual se hallaba preso gracias a la situación vivida actualmente. Ese destello se encargó de iluminarle los latidos sobre un "he perdido la batalla , pero no la guerra".

-No me lo vas a quitar. -Sus ojos aún seguían cerrados , por lo que no reparó cuando Harry apareció por el lugar.

En cambio el ojiverde, sí se percató de la presencia de quien parecía estar durmiendo de pie. Asimismo, giró su rostro con dirección a Elías , y posicionando el dedo índice sobre su propios labios, le indicó que guardara absoluto silencio, ya que no deseaba cruzar palabra con el castaño. No. Para él, en su desmesurada necedad, todo estaba decidido .

Caminó con sumo sigilo por todo el pasillo , con la absurda esperanza de que su "ex pareja" no se diera cuenta de su existencia allí. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta del vestidor, su peculiar y escandaloso aroma a cereza lo delató.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora