Capítulo 34: "avanzar dos pasos y retroceder diez"

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"Una alimentación sana y balanceada te ayudará a lograr tus objetivos. Y un plan alimenticio balanceado será el epicentro de tu recuperación, ya que este será el responsable de tu nutrición deportiva".

"Harry... tu peso no congenia con tu altura, así que deberás recuperar las libras perdidas para que llegues a tu peso ideal... al peso de un deportista como tú".

Haber reconocido que sufría un problema significó una caída libre, esa que en el agónico transcurso lo hizo reflexionar y darse cuenta de cuánto daño se hacía... y cuando tocó fondo, no tuvo otra opción más que ceder. Sin embargo, haber aceptado su enigma, no lo liberaba de la amargura que conlleva el proceso de salir a la superficie. No estaba exento de todo padecimiento, de los retrocesos en los que podía llegar a caer, del dolor que representaba tomar el control de su vida y dejar aquello que alguna vez consideró correcto.

No aún no podía ser una persona estable

“¡No!”

Harry aún era débil. La fragilidad mental lo arrastró al borde de la desesperación, misma que se vio reflejada en las bruscas acciones que no permitieron a Louis, quien se encontraba en la sala de espera, reaccionar a tiempo. El castaño no pudo evitar que su novio escapara corriendo del consultorio en dirección a los baños, lugar en el cual permanecía encerrado.

Y no planeaba salir.

—Bonito, por favor. No hagas esto. ¡Ábreme la puerta!

Eran las palabras de un castaño que, en cuyos momentos, se sentía a punto del colapso emocional. Su mal humor iba creciendo como una marejada en plena noche de tormenta; no obstante, el perder los papeles solo le complicaría muchísimo más la situación, ya que tenía el pleno conocimiento de lo terriblemente obstinado que podría llegar a ser su novio.

Harry por otro lado, continuó en esa misma posición: sentado en el frío piso del baño, sus rodillas un poco flexionadas, mientras las palmas de sus manos se encargaban de cubrir su húmeda faz. Estaba aterrorizado, dentro de su cabeza se repetía una y otra vez las indicaciones del nutricionista; las cuales consideró una atrocidad. No podría cumplirlas al pie de la letra... no sabía si se encontraba listo para eso.

—Harry, por favor, sal de ahí insistió el de zafiros, pero la única respuesta obtenida, fueron los audibles quejidos que el muchacho emitía desde el otro lado de la puerta.

—¡Harry, ábreme la puerta!—.  Una mano viajó hasta su rostro, y una vez allí, la frotó en reiteradas veces, intentando a través de esos toscos movimientos relajar un poco sus tensas facciones. A pesar de sentirse molesto por tan mala actitud mostrada, la empatía que a su persona caracterizaba le impedía enojarse en totalidad con su, emocionalmente, frágil novio, pues sabía a la perfección que éste no estaba pasándola nada bien.

Le jodía saber que Harry padeciera esos rebotes en cuanto a sus emociones, pero no ganaría nada enfadándose. Había prometido atravesar ese proceso con él... y así lo haría.

—¡No pueden hacerme esto! —sollozó el estadounidense con frustración.

—Hazz, sé que en estos momentos nos ves como los villanos, pero más adelante verás que todo fue por tu bien.

—¡Esto es muy difícil! —Su garganta parecía desmoronarse ante esos lamentos tan cargados de impotencia.

—Amor— El tono de su voz era muy suave y dulce—, nadie dijo que esto sería fácil. Mientras hablaba, su espalda fue recostándose en aquella blanca puerta . —Hay una parte de mí que en estos momentos se encuentra jodidamente molesta contigo; embargo, hay otra que no. Y es esa la que me indica que debo tener paciencia, el hecho que tú aceptaras tu enfermedad, no quiere decir que te hayas curado mágicamente. Harry, no te diré: "sé cómo te sientes”, ya que eso sería demasiado hipócrita de mi parte, porque no sé cómo realmente te sientes. Pero ¿sabes quién padece tu verdadera manera de sentir? — el castaño formuló esta pregunta esperando una pequeña contestación por parte del chico; aún así, nada ocurrió —. La única persona plenamente conocedora... eres tú. Solamente tú sabes cómo te sientes. Por favor, Harry, por ese malestar que te aqueja, permítete la ayuda.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora