Capítulo 22: Larry del Hielo

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El delicioso aroma a cereza que los rizados mechones del ojiverde desprendían, se colaba travieso a través del olfato de un aletargado Louis. La claridad de la habitación no fue lo suficientemente fuerte para lograr que el chico de cabello rizado abriera de una vez sus bonitos ojos color verde.

De forma autómata, deslizó hacia sí mismo la delicada complexión del muchacho que también permanecía dormido en totalidad. Escondió su nariz en aquel terso cuello, apretó sus brazos sobre su delgado cuerpo y haciendo una leve presión en este, se llenó de la tibieza que su desnudez destilaba.

Segundos después, un irritante sonido le golpeó el subconsciente de manera molesta y constante, fue por ello que poco a poco recobró el conocimiento consiguiendo así, que sus sentidos se focalizaran en ese ruido tan inoportuno.

Aún con la somnolencia galopando por todo su ser, se deshizo de ese cálido apretujón en el cual tenía preso a su bello hombre de los ojos verdes, y con suma pereza, estiró su brazo para poder tomar de la mesa de noche aquel aparato que tanto escándalo producía.

-¿Diga? -Su voz sonoramente ronca hizo encender las alarmas de la persona que se encontraba del otro lado de la línea.

-¡Louis William Tomlinson! -El furioso grito de su entrenador estuvo a punto de reventarle los tímpanos-. ¿Por qué carajos no estás acá? ¡Son las nueve con treinta minutos! ¿Sabes lo que eso significa?

Louis se frotó el rostro con una de sus manos al mismo tiempo que intentaba procesar los amargados gritos que Mark le proporcionaba. Sin embargo, cuando el raciocinio llegó a su mente, supo que todos esos alaridos por parte de su emisor tenían mucha acepción.

-¡Mierda, la reunión! -gritó con el desasosiego a flor de piel, mientras retiraba apresuradamente la sábana que cubría su cuerpo.- Estaremos ahí antes de las diez.

-¿Estaremos? -cuestionó un confundido Mark; no obstante, Louis calló, y seguidamente colgó la llamada.

Con una velocidad impresionante se colocó el jersey negro que hacía unos momentos se encontraba esparcido justo al pie de la cama; y posteriormente, comenzó a despertar al rizado con algo de delicadeza pero también brusquedad.

-¡Harry son casi las diez!

Al transcurso de unos cuantos segundos, el ojiverde despertó con lentitud; aún así, Louis lo hizo recuperar la conciencia al cien por ciento con un par de sacudidas más.

-¡Harry!

-¿Qué quieres? -preguntó con un deje de pereza en su habla.

-Tenemos el tiempo exacto para darnos una ducha rápida y salir de inmediato hacia el gimnasio.

-¿Por qué? -Sus ojos aún permanecían cerrados y su cadáver viviente acurrucado en la cama.

-Oye, no lo sé...-contestó con sarcasmo-. ¿Será porque nos quedamos dormidos y no escuchamos la alarma, a raíz de eso nos despertamos a las nueve treinta de la mañana?

Las palabras pronunciadas por el mayor parecieron surtir efecto en el indolente cuerpo del más pequeño. Asimismo, de un solo salto se incorporó de aquel cómodo lecho, mientras su mirada se centraba en Louis, procurando que sus oídos mandaran la información enunciada a su cerebro.

-¡¿No escuchaste la alarma, Louis?!

-Hey, no escuchamos ―le corrigió veloz―. Estamos juntos en esto.

-¡No puedo creer que te hayas quedado dormido!

-Hemos quedado dormidos -repuso con indignación.

-¡Es lo mismo! -exclamó poniéndose rápidamente de pie -. El punto es que me van a matar.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora