Capitulo 46: "Niall"..

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"Hijo, espero que aún recuerdes tu rutina en pareja. A última hora el comité los anunció como los protagonistas del entremés en la gran final de mañana. Así que los espero hoy a las seis de la tarde en el ice para un rápido entrenamiento. Pasa linda mañana".

Un mensaje de texto que les dio un estallido a todos los latidos de sus acelerados corazones. Volverían a patinar juntos; y esta vez en un evento tan importante como lo era la gran final de las olimpiadas.

No había cabida para el temor porque juntos aprendieron a creer en sí mismos; comprendieron que la base del éxito de una rutina en pareja se encontraba en la confianza que la diligencia artística, a través de un corto periodo de tiempo se encargó de incrustar en cada una de sus almas. Estaban conscientes de sus capacidades, y fue gracias a esa lucidez que se permitieron gozar en total plenitud de ese último honor que realizarían hacia el público.

—¡Y esta vez será fabuloso! —exclamó un emocionado ojiverde mientras se colaba de manera ágil cual niño pequeño en el regazo del chico que permanecía sentado de forma correcta en el sillón. — No habrá trajes rotos, ni panfletos ofensivos.

El castaño sonrió con ternura al observar aquel bonito semblante rebosando en una espléndida felicidad; misma que durante muchos años la vida pareció habérsela negado. Sin embargo, en dichos momentos, esa invisible existencia le otorgaba una tregua. Un tratado de paz que su chico rizado supo aprovechar al máximo; porque de no haberlo hecho, las consecuencias de su lentitud en cuanto a su estabilidad habrían sido catastróficas.

Pero todo iba bien... Todo estaba bien.

—Sí, mi amor. Ahora todo será perfecto —respondió con dulzura, perdiéndose en la luz de sus esmeraldas que irradiaban en su mirar, el verde resplandeciente de la primavera.

—Quiero que todo sea perfecto. —Sus finos brazos rodearon con delicadeza aquel masculino cuello; entre tanto, sus labios buscaron esos dos pliegues sabor a menta que tanto amaba probar. Podría perderse de forma indefinidamente en ese suave deleite que la boca de su hombre emanaba.

—Y yo —habló con coquetería —, quiero que nuestros trajes sean iguales, Hazz. Quiero que luzcamos, de pies a cabeza, exactamente igual a la hora de la presentación. Ya tengo atuendos en mente.

—¡Me encanta, esa idea, amor! ¡Hay que hacerlo!

—Aunque creo que no se podrá.

—¿Por qué?— preguntó contrariado.

—Tus patines rositas fosforescentes impedirán que seamos "gemelos" — aclaró entre risas.

—Es verdad —susurro con tristeza — Tú no tienes unos.

—Desafortunadamente. —Sin embargo, una solución surcó la mente del inglés —. Yo no puedo usar patines como los tuyos, pero tú sí puedes utilizar unos como los míos.

—¿Te refieres a usar mis calces negros?

—Sí —repuso con alegría. —¿Te parece?

—Eres un genio, ¡me encanta! —Dibujó en su rostro una linda sonrisa y continuó – Ya quiero que sea mañana. ¿Y tú?

<<Yo treinta y uno… », pensó el castaño.

Y a sus bonitas cavilaciones se le sumó el contacto labial de un chico que parecía enamorarlo cada vez más con el simple hecho de respirar. Un aliento embriagante que lograba desestabilizar todo su mundo, llevándolo a levitar fuera de este con solo un par de húmedas caricias.

—También quiero que sea mañana —susurró entre el beso, para seguir disfrutando de la humedad que esa boca sabor a cereza le regalaba.

Mientras transcurrían los segundos, el roce de sus bocas tomaba más intensidad provocando en ambos pechos un sinfín de descargas atestadas de un maravilloso y puro sentimiento. Y fueron esas bonitas sensaciones quienes despertaron en Harry  un deje de miedo. El temor que dentro de tres días tendría que separarse de su novio. No porque quisiera, sino porque el tiempo así lo había decidido.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora