Capitulo 38 : El hielo es el límite...

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Recordar esos dos hermosos jades iluminarse con la misma intensidad de una mañana soleada, convertían a Louis en el hombre más dichoso del planeta entero. Haber visto a su bonito saltar de alegría le causó a su corazón un vuelco de la más grata calidez, ya que su plan surtió el efecto esperado; que su ángel de los ojos verdes recobrara aunque sea un poco la felicidad que algunos eventos de la vida se habían encargado de robarle.

Harry ahora estaba allí, parado entre las bancas esperando con las ansias al tope la entrada de quien sería su nuevo entrenador. Sus pies se balanceaban hacia adelante y luego hacia atrás, atrayendo la atención del castaño. Este no dejaba de observar ese perfil tan bonito del cual era poseedor, esa belleza desmesurada que lo hacía suspirar a cada movimiento de las manecillas del reloj.

—¿A qué horas llega? —preguntó un nervioso Harry, siendo ignorado por los dos hombres que tenía a ambos lados. Louis omitió respuesta alguna debido al estado de torpeza mental que la preciosidad de su novio le provocaba. Niall en cambió, pensó que la interrogante no iba dirigida hacia él —. ¡Hey! —volvió a hablar, pero esta vez centrando toda su atención en el mayor—. ¿A qué horas llega?

—¡Ah! —exclamó Horan recordando que, para Harry, era él el encargado de la situación —. Dijo que en veinte minutos.

—Y cómo se llama?

—No puedo decirte.

—No entiendo por qué —se cruzó de brazo en señal de fastidio.

—Porque quiere que te sorprendas cuando lo veas — intervino el inglés.

—¿Tú lo conoces? —se giró un poco para obtener una mejor cercanía con su chico y de esa manera, poder sacarle información con una dulce mirada que derretiría a un témpano de hielo en cuestión de segundos—. Dime quién es, ¡Por favor, por favor! ¡por favorcito!

—Oh bueno, sí lo sé... aunque de... de, eh, de nada sirve porque no voy a de... decirte...— quiso mantenerse firme, pero las caricias que el menor le regalaba a su brazo comenzaron a surtir efecto por medio de escalofríos en toda su piel. Sumándole a eso, la fausta sonrisita que este poseía. Realmente ese chico lo volvía cada vez más loco.

—Por favor... —Y anular la distancia entre ambos fue la bandera que Harry necesitó para saber que obtendría una satisfactoria respuesta de intentarlo un poco mejor —. Dímelo, ¿sí? no me gustan las sorpresas porque me dan ansiedad.

Louis pudo sentir ese aliento a cerezas en mixtura con la menta adentrarse por sus fosas nasales. Entonces, sus turquesas recorrieron de forma boba cada pequeño movimiento que la rosada y suave boca de Harry ejercía. Este, al notar el poder que tenía sobre el raciocinio del mayor, empezó a tentarlo con unos imperceptibles roces labiales.

—Hazz... Por... por favor, no me hagas esto.

—No se lo digas —le ordenó el rubio sin apartar la mirada de la entrada que daba conexión al gran pasillo, puesto no deseaba ser testigo de tal empalagoso escenario.

—Cállate, Niall —musitó el rizado  toscamente, mientras apretaba sus dientes inferiores con los superiores, en un claro gesto de molestia —. Lou... dime, ¿sí?

—Hazz, mejor espera... —intentó murmurar, pero el placer que empleaba su pareja, le hacían perder la capacidad de razonar de manera inmediata.

El menor, por su lado, no era una persona que disfrutara mucho de las sorpresas. La alteración que estas le traían a su tranquilidad le ponía los pelos de punta, por lo que siempre intentaba encontrar una respuesta a la incógnita que le triturase los nervios. Y para esa ocasión, en efecto,  había excepción.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora