Capitulo 56: El comienzo de la verdad...

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Los primeros días de un cálido marzo transcurrieron de una manera correcta para la estabilidad de aquel hombre ojiazul. Haberle puesto a su sufrimiento un "no más" fue el elixir para que la visceralidad no dominara su corazón de forma tan extrema y deprimente.

Supo que no podía seguir hundiéndose por el sencillo hecho que no había más profundidad para pisar, por lo que no quedó otra opción que salir a flote mediante una descarga de coraje impulsado por su espíritu. No quiso ahogarse en los mares del dolor que durante dos meses lo atormentó día tras día, noche tras noche.

Pero no más.

Decidió amarse y no dejar que los trozos de su alma se evaporaran como un endeble y pasajero humo. No, él mismo intentaría sanar cada una de las heridas que los pedazos de cristal le dejaron.

Los recogería uno a uno, cuidando siempre de no lastimarse. Porque Louis se había convencido de no volver a sufrir nunca más. Apagó aquellos verdosos sentimientos para darle paso a los suyos, esos que lo ayudarían a conseguir el amor propio que perdió en el instante que se enamoró de Harry, pero estaba seguro que con mucho esfuerzo, lograría obtener de regreso y por completo ese cariño interno.

Katya fue fundamental en aquella determinación emocional que llevaría al chico de los ojos azules a consumirse en los azares de un razonamiento no imperado por el resentimiento. Sus diarias y prolongadas sesiones lo ayudaron a encontrar protección emocional bajo la presencia de una furiosa tormenta mental. Sin embargo, no todo fue miel sobre hojuelas, ya que padeció cada una de sus palabras atestadas de dolor y frustración, mismas que se veían reflejadas en cada lágrima derramada, un linfa sanadora para sus heridas, esas que poco a poco irían curando. De tal observación, la mujer se encontró completamente segura.

Louis recobraría toda energía desgastada en aquel gran torbellino de profundas torturas; un medio terapéutico fue su verdadero amparo… su luz entre la oscuridad. Un inexplicable fulgor que comenzó a emanar sobre su centro, convirtiéndose en su plena protección para dejar atrás un pasado que, ciertamente no valía la pena mantener vivo.

Tenía que enterrar completamente todos los recuerdos…

Sin dolor. Sin culpa. Sin rencor. Pero sobre todo… Sin Harry.

Lo lograría… Claro que lo lograría.

Londres, 4 de marzo, 4:30 pm

—¡Ja! ¡Te gané! —vociferó con alegría aquel sonrosado castaño.

Su apariencia era totalmente diferente a la de hace dos meses. Sus facciones eran más relajadas; dejando ver a través de estas, la calidez que revelaba su casi recuperado espíritu. Sus muñecas cicatrizadas no podían pasar desapercibidas para nadie; no obstante, trataba por todos los medios posibles en ocultarlas ya que representaban la acerva remembranza de una cruel condena emocional. Por otro lado, el brillo de su par de bonitos cielos  poco a poco fue haciendo su resplandeciente aparición, sin contar en la cantidad de esbozadas sonrisas expulsadas por medio de sus húmedos labios, mismos que actuaron como el canal para las constantes burlas dirigida hacia uno de sus mejores amigos…

Luke.

—Pfff — resopló con fingida molestia, dejando a un lado de la mesa el resto de cartas que su reciente pérdida le recordaba.

—Suerte de británicos.

—Soy inglés, no británico —corrigió, acción verbal que Luke no pasó por alto.

—¿Qué?.

—Soy inglés.

—¿Y eso qué? Es lo mismo, ¿no?

—No,— respondió entre incrédulas risas.— ¿Acaso no pusiste atención en clases? A las personas de Inglaterra se les denomina “ingleses” y a las personas del Reino Unido, “británicos”. Dios, Luke, llevas casi toda tu vida viviendo en Inglaterra.

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora