Capitulo Final: "Aún no es tarde"

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Minnesota, sábado, 6:30 pm

-¿¡Cómo que se retrasó más el vuelo?!

Aquel exasperado vocifero salió de la boca de un húmedo, titiritante y frustrado rizado. Su labios sumamente rojos y sus cortos cabellos en demasía empapados, hicieron que la mujer encargada del registro de su respectiva aerolínea enarcara una ceja por tan absurda actitud mostrada. Ella no lograba asimilar cómo siendo este chico víctima de aquel clima tan malo, aún se atreviera a cuestionar por qué el avión debía mantenerse en tierra firme. Entonces, intentando no sonar grosera, respondió:

-Por la cellisca, joven.

-¡A mí me importa un culo la cellisca! -Una ilógica exclamación realizada con
un tono bastante alto para considerarse adecuado.- Estoy aquí desde las tres de la tarde, ¡mi vuelo debió despegar hace hora y media! ¿Por qué, maldita sea?

Sus heladas manos cubrieron su rostro; causando con esa acción, que su piel pudiera palpar a la perfección la gelidez que moraba en su cuerpo. No obstante, el frío recorriendo su organismo no le importó en lo absoluto, ya que su cerebro se concentraba de manera inconsciente en aquel destino inglés.

-Es por la cellisca, joven.

Aquella repetitiva contestación generó en su pecho un deje de molestia; sin embargo, optó por no sacar a la superficie ese fatiga interior que le incomodaba el alma. Retiró ambas extremidades de su faz y con un matiz fingidamente dulce, preguntó:

-¿A qué horas se estabiliza todo?

-Se había pronosticado para horas de la madrugada, pero al parecer la naturaleza es un enigma, ya que el cielo poco a poco se está despejando. Lo más probable sea que su vuelo despegue a las 7:00 pm.

Una ráfaga de esperanza se filtró en su espiritu, llevandolo a exhalar un leve bufido de alivio. Realmente deseaba que aquella posibilidad de abandonar los Estados Unidos rumbo a Inglaterra, no se quedara en eso... en una ilusa probabilidad. Minnesota era un lugar demasiado tedioso en cuanto al clima, motivo por el cual su razonamiento nunca pudo adquirir la paz que su abotargada existencia necesitaba.

Casi contaba los segundos por el momento en que sus pies pudieran desprenderse de esa glacial superficie y estos se trasladaran sobre aquel avión que lo llevaría hacia la espera de su pronta felicidad.

-Gracias, señorita cellisca -dijo con un evidente tono de sarcasmo. La mujer en cambio, se limitó a responder de forma educada.

-De nada, joven.

-Como sea...

A pasos calmosos, casi decepcionados, se alejó del sitio rumbo a la sala de espera. El aire acondicionado del enorme lugar empezó a pasarle la factura, fue por ello que de inmediato escondió sus lividaz manos en los compartimentos de su negro abrigo de franela, mientras su cálida lengua intentaba darle un poco de calor a sus rojos y fríos labios. Mentalmente se reprendía por haber olvidado su tan calentito par de guantes; y fue su propia cabeza quien le disparó más pensamientos burlescos al recriminarle de manera grosera, que era estúpido no solo por ese pequeño despiste, sino por muchos otros más.

-Te lo mereces -susurró para sí mismo, haciendo por fin su llegada a aquel acolchado asiento -. Te lo mereces por ser tan idiota.

Esos reproches nunca dejaron de imperar en su cerebro, obligándolo incluso a maldecirse por sus actitudes tan nefastas en contra de una persona que merecía el cielo. Porque Louis había sido su ángel custodio, un ente divino que él mismo un treinta de diciembre se encargó de desterrar.

Y no se lo perdonaba, no podía digerir las pasadas malas decisiones que lo llevaron a experimentar la amargura de una zozobra.

-Soy un estúpido, un imbécil, un tarado, un idiota...

Sobre Hielo [ Larry stylinson] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora